Los gobiernos financian y promueven la crisis climática (y 2)

Email
Imprimir
Lo que no se enseña en la escuela
No leas este artículo si eres adicto a opinar y alérgico a analizar la complejidad social
☛ Reducir el problema de la crisis climática a contabilizar, comprar y vender toneladas de dióxido de carbono es un nuevo engaño. Esta medida de uniformidad global de las emisiones de carbono no está disociada de las relaciones de poder. Controlar la medición del carbono es controlar la energía y sus precios.

Los gobiernos financian la destrucción del clima de diversas formas:

  • Dan subsidios de cientos de miles de millones a las industrias contaminantes dedicadas a la producción y uso de combustibles fósiles.
  • Reducen el problema de la crisis climática a contabilizar, poner un precio, comprar y vender toneladas de dióxido de carbono (CO2), en lugar de eliminar los combustibles fósiles. Los mercados de carbono son un nuevo engaño.  Es otra forma que emplean los gobiernos para seguir favoreciendo de manera abrumadora a las empresas y élites financieras, para que sigan enriqueciéndose y agravando la crisis climática.
  • Haciendo fracasar las cumbres del clima de la ONU:  Como las dos más recientes (la COP26 en Glasgow en noviembre de 2021 o la COP25 celebrada en Madrid en diciembre de 2019) y todas las que las han precedido. Estos fracasos continuados son enormemente clarificadores sobre cuales son las verdaderas intenciones de gobiernos y empresas de energías fósiles.

Estas empresas se han enriquecido provocando la actual crisis climática, con gravísimos daños ambientales y a la salud. Por lo que deberíamos exigirles el pago de la enorme deuda climática contraída con la sociedad. Sin embargo, los gobiernos hacen lo contrario. Las financian con el dinero de los impuestos que pagan los ciudadanos

¿Cerramos los ojos y oídos ante la mayor emergencia planetaria de la historia?

El camino hacia el infierno climático al que nos conducen las medidas de los gobiernos, está empedrado de engaños, corrupción, incompetencia y opacidad. Jamás hemos dependido tanto de los gobiernos que parecen pura insania y en los que no se puede confiar si nos atenemos al interés comunitario y al sentido común. Sin embargo, ante los horrores del cambio climático, para una parte importante de la población la impotencia y la pasividad es la experiencia más importante de sus vidas.

Someterse mansamente a este proceso de desintegración resulta afrentoso y servil, desprovisto de vida, envuelto en un temor desbocado ajeno a la comprensión de la realidad. Comprensión significa examinar los acontecimientos que han colocado sobre nosotros, no ignorar su existencia ni someterse a su peso dócilmente. La comprensión es, en suma, enfrentarse con la realidad que nos ha tocado vivir.

Este es el gran problema: Vivimos en una emergencia planetaria sin precedentes, pero hay mucha, demasiada gente que no quiere escuchar. Quizá por esa razón este artículo, que ha sido escrito con una mezcla de cierto incansable optimismo y desesperación, busca en las personas que lo lean el juicio equilibrado y la cuidadosa percepción.

Pero este no es el único problema de la crisis climática. Al final del artículo conocerás otros capítulos y otros protagonistas de la trama de esta dramática historia.

Tiempo de lectura: 23 minutos

ÍNDICE DE CONTENIDO

1. Los que cobran subsidios por contaminar y los que los dan

Veamos nuevas formas y herramientas políticas a través de las cuales los gobiernos financian la crisis climática.

☛ Los gobiernos de la Unión Europea no sólo incumplen «el principio de que quien contamina paga», sino que premian a las empresas de producción y consumo de energías fósiles con subsidios de miles de millones de euros de dinero público. Entre 2014 y 2016 dieron más de 112.000 millones anuales.

El Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea requiere que la política de la Unión se base en «el principio de que quien contamina paga» (art. 191.2).  Sin embargo, las empresas de producción y consumo de combustibles fósiles no sólo no pagan por contaminar, sino que los gobiernos las premian con enormes subsidios. Según un estudio de la Red Europea para la Acción Climática, la UE junto con los gobiernos de 11 países de sus estados miembros, aportaron entre 2014 y 2016 más de 112.000 millones de euros anuales para apoyar a la producción y consumo de combustibles fósiles

    La opacidad de los subsidios de miles de millones

Pero no solo los gobiernos promueven y financian la actual crisis climática. Además, lo hacen de forma opaca para evitar que la población se entere. En la Unión Europea, como explica CAN Europe, no es fácil seguir la pista a los subsidios que se dan a los combustibles fósiles. Una de las razones es que los subsidios se pueden facilitar y aplicar a través de numerosos procesos y herramientas políticas: financiación directa, desgravaciones fiscales y exenciones de otros gravámenes, préstamos preferenciales, garantías de bancos públicos, inversiones en infraestructura, transporte, exenciones de regalías, investigación y desarrollo, etc.

En cualquier caso, parece lógico que pueda entenderse como un subsidio cualquier acción gubernamental que contribuya a reducir el coste de la producción de combustibles fósiles y favorezca su uso.

Los gobiernos financian la destruccion del clima
Banco Europeo de Inversiones

    Fondos y bancos públicos que dan subsidios 

Veamos, por ejemplo, la financiación a través de algunos fondos y bancos que utiliza la Unión Europea. El Fondo Europeo para Inversiones Estratégicas (FEIE) ha garantizado préstamos del Banco Europeo de Inversiones (BEI) por importe de miles de millones de euros de dinero público para proyectos de combustibles fósiles

Los hechos indican que las promesas de la Comisión Europea para destinar inversiones a la lucha contra el cambio climático eran falsas.  La finalidad de las inversiones ha sido justamente lo contrario: La Comisión Europea y los gobiernos han financiado la destrucción del clima. Y lo han hecho sabiendo que con la quema de combustibles fósiles en esos proyectos la temperatura media del planeta seguirá aumentando.

    El mayor proyecto de combustibles fósiles de Europa

El Southern Gas Corridor es el mayor proyecto de combustibles fósiles de Europa. Se trata de un gasoducto de 3.500 kilómetros, desde Azerbaiyán al oeste de Turquía, Grecia y el sur de Italia. Ha sido diseñado para ser escalable al doble de su capacidad inicial, con el fin de permitir posibles suministros de gas adicionales en el futuro. La inversión total de la ruta de Azerbaiyán a Europa se estima en unos 45.000 millones de dólares USA. En la financiación han comprometido préstamos el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, el Banco Mundial y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura.

En febrero de 2018 el Banco Europeo de Inversiones (el mayor prestamista público del mundo) realizó un préstamo de 1.500 millones de euros para el gasoducto Trans Adriático (TAP) desde Grecia a Italia. Las empresas accionistas del TAP son BP (20%), SOCAR (20%), Snam (20%), Fluxys (19%), Enagás (16%) y Axpo (5%). Se espera que la entrega de gas a Europa comience en el año 2020. Lo que indica que el gasoducto seguirá funcionando durante décadas a pesar de que el impacto climático del gas es igual o peor que el del carbón.

Altos funcionarios europeos (el vicepresidente de la Comisión Europea, Maroš Šefčovič, y el comisario de clima y energía, Miguel Arias Cañete) presionaron al BEI para que concediera el respaldo financiero al proyecto. Con este fin enviaron una carta con fecha 13 de julio de 2017  diciéndole que el proyecto era «vital e insustituible».

Si le interesa, le apasiona o le preocupa el tema del artículo

Puede suscribirse gratis al boletín

    Sector del transporte: el mayor beneficiario y responsable de la cuarta parte de las emisiones

El mayor de los beneficiarios de los subsidios en la Unión Europea es el sector del transporte. Según el estudio de CAN Europe, los gobiernos le han proporcionado al menos 49.000 millones de euros anuales en gasto directo, exenciones fiscales y sostenimiento de ingresos y de precio. Éste sector es responsable de casi la cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero en Europa. El sector del transporte es el único en la UE que no ha reducido de manera significativa sus emisiones de gases de efecto invernadero desde 1990.

El sector energético ha recibido préstamos del BEI para proyectos de combustibles fósiles por importe de 1.850 millones de euros. Una parte importante de estas inversiones se realizaron en Italia y otras en el Reino Unido, Alemania, España y Portugal. Los gobiernos y la UE siguen facilitando financiación pública internacional a producciones energéticas basadas en combustibles fósiles fuera de la Unión Europea.

    Subsidios y manipulación fraudulenta de las emisiones de los coches

El BEI también ha entregado otros 1.300 millones de euros de dinero público a la industria del automóvil. Un dinero que la investigación de la oficina antifraude de la UE confirmó que probablemente se haya utilizado de manera fraudulenta en la manipulación de las emisiones de los coches.

Un ejemplo (entre otros) es el caso de Volkswagen que vendió once millones de coches que emitían unas cuarenta veces más de óxido nitroso (NO2) por encima del nivel permitido. La trampa consistió en que el fabricante alemán creó un algoritmo (código informático) que es capaz de detectar las condiciones en que se realizaban las pruebas oficiales durante la homologación. De esta forma alteraba las emisiones de los coches para que se ajustaran a los límites legales.

Los gobiernos financian la destruccion del clima (y 2)
Trafico. Foto Welcomia-Freeppik

2. Mercados de carbono: El engaño del comercio de los derechos de emisión

En la vida cotidiana no podemos percibir el carbono con nuestros sentidos. Sin embargo, lo han convertido en una nueva medida privilegiada que ha impregnado la vida política y social a escala mundial, nacional y local.

☛ La creación de esta nueva medida de uniformidad global de las emisiones de carbono no está disociada de las relaciones de poder 

El cambio climático es consecuencia de la quema de combustibles fósiles que emiten distintos tipos de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano, óxido nitroso). Estos están presentes en cada ámbito del mundo material que la mayoría de las personas conoce. Sin embargo, ¿por qué el discurso actual de empresas y gobiernos se enfoca en el “carbono” y no en los combustibles fósiles?

    El «carbono», la nueva medida de uniformidad global de emisiones

Con esta nueva medida pretenden que valoremos, midamos y juzguemos el mundo que nos rodea en términos de “carbono” para, supuestamente, afrontar el grave problema de la crisis climática causada por la actividad humana. Pero esta simplificación de querer medirlo todo en emisiones de CO2 es un engaño. Veámoslo.  

Por una parte, no todas las emisiones de gases son iguales: Unas pueden ser esporádicas y otras mantenerse a lo largo del tiempo. A su vez, cada gas de efecto invernadero –como el dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O) o los gases fluorados–, tiene efectos distintos en la atmósfera y valores distintos según su influencia en el potencial de calentamiento global del planeta (PCG). Por otra parte, la medición del potencial de temperatura global (PTG), sirve para evaluar la eficacia climática de las políticas y acciones que se toman, atribuyendo una determinada responsabilidad.

Por tanto, las emisiones de esos gases suponen distintas limitaciones y juicios de valor que, a su vez, influirán en los resultados según se elija un tipo u otro de medición y un horizonte de tiempo a corto plazo o a largo plazo. De modo que la elección de la medición depende de la política que se quiera realizar.

En consecuencia, la simplificación de querer medirlo todo en emisiones de CO2 es engañosa, ya que las emisiones no son independientes de las circunstancias sociales en las que se producen. ¿Quienes se benefician de esta simplificación? De nuevo son las empresas contaminantes de combustibles fósiles.

    El engaño de la «compensación» de emisiones de gases

Porque la creación de esta nueva medida de uniformidad global de las emisiones de carbono no está disociada de las relaciones de poder. El objetivo de la política internacional actual es que el mundo siga emitiendo cantidades masivas de GEI procedentes de energía fósil, si existe una forma de “compensarlas”. Así, intentan que creamos que las emisiones pueden ser “neutralizadas” para justificar la idea de “emisiones netas cero” y que el resultado –dicen– tenga un efecto positivo en la atmósfera. Esto es lo que hacen cuando, por ejemplo, los gobiernos permiten compensar emisiones de carbono fósil (muerto) por carbono biológico (vivo, como el de los árboles).

Pero la realidad es que las emisiones de GEI procedentes de los combustibles fósiles, en lugar de reducirse siguen aumentando.

Euros-contaminacion-atmosfera_Montaje_1020x574

    Una nueva forma de derechos de propiedad para especular

Bajo el cobijo de las Naciones Unidas, los países caminan hacia un sistema mundial de contabilidad del carbono. Gobiernos y grandes empresas nos presentan esta nueva falacia como una medida climática. Aunque la realidad es que las emisiones han seguido aumentando y con ellas la temperatura global del planeta. Lo que supone aumentar las injusticias sociales, al seguir privilegiando los intereses de una exigua minoría sobre los de la población y los ecosistemas. Hay que decirlo con fuerza y en voz alta.

Para lograr su objetivo, han convertido el carbono en una nueva forma de derechos de propiedad. Este es una mercancía intangible en forma de derechos de emisión que se compra y se vende en los llamados mercados de carbono. Una mercancía con la que se especula y determinadas empresas obtienen ganancias.

Este enfoque cuantitativo es propio de la mentalidad de cálculo de esta sociedad capitalista que busca expresar un valor, ya sea como ganancia o pérdida. Esta mentalidad contable intenta simplificar el problema mundial complejo de la crisis climática, pero resulta ser una falsa solución por sus negativas consecuencias sociales y ambientales, pasadas, presentes y futuras.  También hay que decirlo con fuerza y en voz alta.

    Controlar la medición del carbono es controlar la energía y sus precios

Al igual que otras medidas abstractas macroeconómicas, como el producto interior bruto (PIB), el carbono como medida es una convención que guarda relación con quién tiene el poder para definir el orden estadístico y acomodar las cifras a sus intereses. Controlar la medición del carbono y los derechos de emisión, es también controlar la energía y sus precios.

☛ La medición de las emisiones de carbono atmosférico da visibilidad a unas supuestas realidades numéricas y oculta o falsea otras, robándole a la gente la posibilidad de conocer el mundo real en el que vive.

A su vez, este engaño le roba a la gente la posibilidad de razonar para encontrar respuestas y soluciones alternativas a las dimensiones e injusticias sociales, causantes de la actual crisis climática.

    El «derecho a contaminar» el medio ambiente

Por otra parte, estos derechos de emisiones de carbono se basan en «el principio de que quien contamina paga» (art. 191.2 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea). Este principio concibe la existencia del “derecho a contaminar” (y a degradar el medio ambiente y la salud de las personas) como una mercancía. Su lógica implica que pueden contaminar quienes pueden pagar.

☛ Los gobiernos de la Unión Europea regalan a las empresas los derechos de emisiones de carbono para que contaminen gratis 

Pero su criminal perversión llega hasta el punto de que los gobiernos ni siquiera aplican este principio, ya que no exigen a las empresas el pago por contaminar. Al contrario, les regalan los derechos de emisiones de carbono para que contaminen gratis. Es otra forma de seguir favoreciendo de manera abrumadora a las empresas y élites financieras para que sigan agravando la crisis climática.

En el caso de la Unión Europea su cinismo es enorme. La directiva 2018/410 dice (punto 10) que debe mantenerse la «asignación gratuita» de derechos de emisiones de gases contaminantes «para preservar los beneficios para el medio ambiente».

    Los mercados de carbono benefician a las empresas y destruyen el clima

Como veremos a continuación, esta política de los gobiernos no busca satisfacer las necesidades reales de la gente y de la vida en los ecosistemas del planeta, sino la rentabilidad de los accionistas de industrias que contaminan, empobrecen y destruyen la vida.

Las empresas de combustibles fósiles reciben  subsidios directos de miles de millones de dinero público. Además, los estados de la UE les ofrecen gratis una parte de los derechos de emisión de gases de efecto invernadero (GEI) para que puedan compensar el uso de combustibles fósiles. Es lo que se conoce como mercados de emisiones de carbono. Parten del falso supuesto que la compra-venta de emisiones de GEI a la atmósfera reducirá el calentamiento global. Pero, en realidad, no les exigen que reduzcan sus emisiones en origen. Sino que permiten que las empresas que más contaminan sigan emitiendo gases que calientan aún más el planeta.

Los gobiernos financian la destrucción del clima
Contaminación industrial. Foto Pixabay

    El comercio de derechos de emisión de la Unión Europea

☛ Entre 2008 y 2014 los gobiernos de la UE regalaron a las empresas derechos de emisiones de carbono por valor de 137.000 millones de euros para que contaminaran gratis. Y el regalo continua.

El régimen de comercio de derechos de emisión (RCDE) de la Unión Europea es el más grande del mundo. Sin embargo, la influencia que ha tenido en la reducción real de emisiones de gases ha sido muy escasa. De hecho, el comercio de emisiones de carbono en lugar de reducir las emisiones las aumenta. A pesar de ello, la directiva 2018/410 del Parlamento y el Consejo Europeo, considera (punto 6) «el RCDE de la UE como piedra angular de la política climática de la Unión»

En el periodo de 2008 a 2014 los gobiernos de la UE otorgaron 11.000 millones de derechos de contaminación gratuitos, por valor de 137.000 millones de euros. Esto significa dos cosas:

1ª Los gobiernos promueven y financian la crisis climática regalando derechos de contaminación 

Los gobiernos están subsidiando la contaminación y el calentamiento global regalando derechos de emisión de GEI. Y lo hacen incumpliendo el propio Tratado de Funcionamiento de la UE que en su artículo 191.2 dice:

«La política de la Unión en el ámbito del medio ambiente tendrá como objetivo alcanzar un nivel de protección elevado, teniendo presente la diversidad de situaciones existentes en las distintas regiones de la Unión. Se basará en los principios de cautela y de acción preventiva, en el principio de corrección de los atentados al medio ambiente, preferentemente en la fuente misma, y en el principio de quien contamina paga».

2ª   Los gobiernos renuncian a ingresar 137.000 millones de euros de las empresas contaminantes

Los gobiernos han renunciado a esos ingresos (137.000 millones de €), cuando podían haberlos obtenido mediante subasta. Son más ganancias que obtienen las empresas a costa de los contribuyentes. A su vez, este regalo de los gobiernos ha permitido a las empresas conseguir unas ganancias adicionales vendiendo los derechos de emisión en el mercado.

Incluir los costos de los derechos de emisión –que reciben de forma gratuita– en los precios de los productos, es otra de las trampas que hacen las empresas para obtener beneficios. También obtienen beneficios por la sobreasignación de derechos de emisión gratuitos respecto a las emisiones verificadas. Lo que genera un excedente. España es el país de la UE donde las empresas obtuvieron los mayores beneficios por la sobreasignación. La venta del excedente en el mercado les permitio obtener unas ganancias entre 2008 y 2014 de más de 1.600 millones de euros.

    Los mercados de carbono son una falsa solución

Todo esto pone al descubierto, entre otras cosas, que los mercados de carbono son una falsa solución. A pesar de ello los gobiernos continuarán regalando a las empresas derechos de emisión de gases contaminantes. Lo dice claro la directiva 2018/410, al referirse a los derechos de emisión (punto 5): «El Consejo Europeo también confirmó que la asignación gratuita no se va a suprimir y que las medidas existentes se van a mantener después de 2020». De hecho, como regula el apartado 5 del artículo 10 quater: «Los derechos de emisión no asignados en virtud del presente artículo hasta 2020 podrán transferirse al período comprendido entre 2021 y 2030».

Un ejemplo es el sector energético, en el que la asignación gratuita de derechos de emisión está prevista hasta el 31 de diciembre de 2030. Sector al que  cada estado miembro de la UE: «podrá subvencionar mediante la asignación gratuita hasta el 70 % de los costes pertinentes de una inversión».

A su vez, la asignación gratuita de derechos de emisión evidencia la retórica falaz, infame e hipócrita de la UE cuando dice que «todos los sectores de la economía deben contribuir a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero». Ya que, como hemos visto, los mercados de carbono –lejos de contribuir a reducir las emisiones– sirven para aumentarlas, además de seguir enriqueciendo y fortaleciendo el poder empresarial. 

    La política climática de la UE prolonga la dependencia de los combustibles fósiles

Todo esto nos muestra que la misión de la política climática y energética de la Unión Europea y del régimen de comercio de derechos de emisión no es frenar el cambio climático, sino prolongar la dependencia de los combustibles fósiles. La política de la UE pretende engañar a la gente con la ilusión de que adoptan medidas frente al cambio climático, pero en realidad los gobiernos promueven y financian la crisis climática.

    El comercio de derechos de emisión de la UE: Otro subsidio más a la energía fósil

En síntesis, podemos decir que el comercio de derechos de emisión en la Unión Europea es una forma más de subsidio que facilita el apoyo a los combustibles fósiles :

Se utiliza para prolongar la vida útil de las centrales de carbón y otros usos de los combustibles fósiles. Son una licencia política y ambiental de los gobiernos para seguir destruyendo el clima.

– La mayoría de las industrias intensivas en energías fósiles reciben sus permisos de contaminación de forma gratuita.

El límite de las emisiones se deja a la voluntad de los mercados, es decir de las empresas que están contaminando y aumentando el calentamiento global del planeta. En el RCDE el precio de la tonelada de carbono es ridículo, más aún si se tiene en cuenta los enormes costes que tienen para las personas y los ecosistemas los impactos del cambio climático que ya están ocurriendo.

No reducen las emisiones ni suponen una actuación real para luchar contra el cambio climático. Por esa razón las emisiones mundiales de GEI han seguido aumentando.

– Se utilizan como una distracción infame, cuyo objetivo es impedir la aplicación de soluciones reales que frenen el calentamiento global del planeta

Central eléctrica. Foto Steve Buissinne de Pixabay

3. Los gobiernos engordan la burbuja de los combustibles fósiles con los subsidios

Llegados a este punto, quizá te preguntes: Pero, ¿por qué los gobiernos siguen dando enormes subsidios con dinero público a las empresas de energías fósiles? ¿Qué ocurriría si se toman las medidas planteadas por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) para limitar el calentamiento global del planeta a 1,5 ºC?  Según varios estudios esta sería una posible respuesta:

Las principales empresas de energías fósiles podrían tener unas pérdidas brutales: entre un 30 y un 60 % de su valor en bolsa.

Bancos, compañías aseguradoras y fondos de pensión de la Unión Europea han invertido más de un billón de euros en combustibles fósiles. Se arriesgan también a sufrir grandes pérdidas en las inversiones realizadas en petróleo, gas y carbón a través de acciones, bonos y préstamos.

– El informe Decline and Fall sobre el sistema de combustibles fósiles mundial, dice que afectaría a 39 billones de dólares en reservas de carbón, petróleo y gas, 10 y 22 billones de dólares en infraestructura de suministro y quema de combustibles fósiles, 18 y 8 billones de dólares en acciones y bonos de empresas que cotizan en bolsa y unas cuatro veces esa cifra en activos financieros que no cotizan en bolsa.

☛ Esto nos muestra la debilidad del capitalismo y la necesidad de presionarle donde más le duele. ¿Cómo? Eliminando los subsidios a los combustibles fósiles y exigiendo a las empresas el pago de su deuda climática por el daño causado.

Sin embargo, el objetivo primordial de los gobiernos sigue siendo defender los intereses de estas empresas para evitar su quiebra. No es combatir el calentamiento global, ni defender el interés general de la población. A su vez, con los subsidios se engorda la burbuja de las energías fósiles, que acabará reventando junto con el sistema financiero agudizando la crisis. Al hacerlo los gobiernos promueven la crisis climática y sus efectos catastróficos para el planeta y la mayoría de la gente. Los hechos nos dicen que ellos son parte del problema, no la solución. Fiarse de sus promesas es simplemente un error suicida. 

    Estrategia de adaptación al cambio climático y nuevas oportunidades de negocio

Caminamos hacia el colapso si la población no se moviliza masivamente y se empodera para impedirlo, antes de que sea demasiado tarde. Entonces solo conservaremos nuestra trivial estupidez, ya que sólo los ricos saldrán beneficiados del «cuanto peor mejor». La Unión Europea en su estrategia de adaptarse a las amenazas ya prevé que «los efectos del cambio climático acentúen las diferencias sociales».

Su estrategia plantea que las medidas en materia de adaptación crearán nuevas oportunidades de negocio «en los sectores de la tecnologías agrarias, la gestión de los ecosistemas, la construcción, la gestión del agua y los seguros». Refleja la renuncia a intervenir sobre las causas, intentando además oscurecerlas a la población, y centrarse en los efectos catastróficos del cambio climático como justificación de las políticas para hacer negocio. Así se afianza el papel de las élites, las corporaciones y los aparatos de seguridad para beneficiarse con la gestión de los impactos del calentamiento global.

De nuevo los responsables de la crisis climática, pretenden seguir siendo sus beneficiarios.  Aunque con esta descomunal y criminal injusticia salga perjudicada la mayoría de la población y los ecosistemas.

4. El fracaso de las cumbres sobre el clima

Conferencia Cambio Climático Paris 2015

Lo que hemos visto hasta ahora nos ayuda a entender mejor una de las principales causas de que las emisiones de GEI sigan aumentando. Pero, sobre todo, nos muestra quienes son los principales responsables. También es la causa del fracaso de las cumbres del clima de la ONU más recientes (la COP26 en Glasgow en noviembre de 2021 o la COP25 celebrada en Madrid en diciembre de 2019) y de todas las cumbres que las han precedido. Estos fracasos continuados son enormemente clarificadores sobre cuales son las verdaderas intenciones de gobiernos y empresas de energías fósiles. 

Así lo expresa en su informe El cambio climático y la pobreza el Relator Especial de Naciones Unidas, Philip Alston: 

«30. (…) Parecen muy escasos los resultados de 30 años de convenciones. De Toronto a Noordwij, a Río, A Kyoto y a París, las expresiones empleadas guardan un notable parecido mientras que los Estados siguen dando largas. (…) han ido dejando atrás los distintos umbrales y advertencias de origen científico, y lo que antes se calificaba de calentamiento catastrófico parece ahora el mejor de los casos imaginables.»

El fracaso de todas las cumbres sobre el clima demuestra que la «política climática» de los gobiernos ha sido una mentira, cubriendo otras mentiras, basadas en anteriores mentiras. Pero como dice un proverbio árabe, la primera vez que me engañes la culpa será tuya, la segunda ya será mía. Así que no tenemos excusa. ¿Cuántas catástrofes climáticas, sufrimiento y muertes deben seguir produciéndose para que nos demos cuenta? Confiar en los gobiernos es como caminar por el borde de un cuchillo afilado.

    El contenido del Acuerdo de Paris supone «un devastador calentamiento de más de 3 º C para 2100»

Quienes desde determinados ámbitos se lamentan de los incumplimientos del Acuerdo de París sobre cambio climático en el año 2015, lo hacen con ciertas dosis de hipocresía. ¿Por qué? Porque omiten que el documento firmado en el Acuerdo es un texto vago y abierto. El texto ni siquiera menciona las palabras combustibles fósiles, carbón, petróleo, gas o sectores como la agricultura industrial y el transporte, responsables de altas emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

Philip Alston, en su informe (punto 32) al referirse al Acuerdo de Paris dice:

«… los compromisos asumidos por los Estados en el marco del acuerdo, deplorablemente insuficientes, supondrían un devastador calentamiento de 3 °C para 2100. Habría que triplicar los esfuerzos para limitar el calentamiento global a 2 °C y quintuplicarlos para que el calentamiento se mantuviera en 1,5 °C . Se está agotando el tiempo que hace falta para limitar el calentamiento global a uno u otro umbral, y los Estados ni siquiera cumplen sus actuales compromisos, de por sí inadecuados.»

    El Acuerdo es poco más que marcar una casilla donde dice “cambio climático”

En la práctica, las expresiones del Acuerdo de Paris son tan indefinidas y generales que el asunto se reduce a poco más que marcar una casilla donde dice “cambio climático”. Pero marcar casillas no salvará a la humanidad ni al planeta del desastre inminente.

El Acuerdo de Paris no contiene ningún compromiso explícito de los gobiernos de los países firmantes sobre reducir el uso de los combustibles fósiles.

Dicho compromiso se omitió deliberadamente, ya que todos los firmantes sabían que las emisiones de GEI que están causando el calentamiento global del planeta proceden en un 80 % de los combustibles fósiles. El otro 20% procede de la deforestación, los incendios forestales y los cambios en el uso del suelo.

¿Qué hacen entonces los gobiernos de los 196 países firmantes del Acuerdo? Cada uno comunica después a la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) cuales son sus compromisos concretos a nivel nacional para luchar contra el cambio climático y una vaga referencia para alcanzar el pico de emisiones “lo antes posible”. Compromisos que, además, ¡no son vinculantes! y ni siquiera los cumplen.

Los fracasos de todas las convenciones de la ONU sobre Cambio Climático (anteriores y posteriores al Acuerdo de París), indican cuales son las verdaderas intenciones de gobiernos y empresas de energías fósiles.

    El Acuerdo de Paris es simplemente una declaración de intenciones 

El Acuerdo de París no refleja de ningún modo la necesidad mostrada por los estudios del IPCC de iniciar una rápida reducción de la emisión de GEI. La Comisión Europea (CE) lo reconoce en su informe relativo a la aplicación de la estrategia de adaptación al cambio climático de la UE : «Los compromisos de reducción de las emisiones vigentes en el marco del Acuerdo de París darían como resultado un aumento de la temperatura mundial de más de 3 °C en comparación con la época preindustrial.»

De hecho, el Acuerdo de París es simplemente una declaración de intenciones que refleja la incapacidad o la negativa de los gobiernos de los estados firmantes para establecer compromisos concretos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. En su informe al Parlamento Europeo y al Consejo, la Comisión Europea reconoce esta negativa cuando dice que «la atención política se ha desplazado hacia cuestiones de adaptación y hacia la necesidad de prepararse para los impactos inevitables.»

5. Una injusticia descomunal y criminal

☛ Un estudio publicado en el European Heart Journal en 2019 eleva a 8,8 millones de muertes prematuras anuales por contaminación atmosférica ambiental causada, sobre todo, por los combustibles fósiles. 

El cambio climático y la degradación ambiental son las amenazas más graves y apremiantes que impiden la capacidad de las generaciones presentes y futuras a gozar del derecho a la salud, a la vida y a la integridad personal.

    Miles de millones de personas que no son responsables de la crisis climática se verán afectadas

Muchos de los cultivos básicos del mundo, como el trigo y el arroz, se están viendo afectados por el aumento en las temperaturas y, en algunas partes del mundo, los rendimientos agrícolas se están estancando. El resultado es que se verán afectadas por la inseguridad alimentaria, el hambre y la pobreza miles de millones de personas que no son responsables de la crisis climática.  Así lo expresa en su informe Philip Alston:

«14. Resulta perverso que la población más rica, que tienen la mayor capacidad de adaptarse y es responsable de la inmensa mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero, además de haber sido la máxima beneficiaria de ellos, sea la que mejor situada está para hacer frente al cambio climático, mientras que los más pobres, que son quienes menos han contribuido a las emisiones y tienen la menor capacidad de reacción, serán los más perjudicados. Corresponde a la mitad más pobre de la población mundial (3.500 millones de personas) apenas un 10 % de las emisiones de carbono, mientras que el 10 % más rico es responsable de toda una mitad del volumen. Una persona que pertenece al 1 % más adinerado utiliza carbono 175 veces más que una ubicada en el 10 % inferior.»

Pero los efectos del cambio climático también plantean otras serias amenazas a la vida.

    Una «crisis de salud pública global» que niega el derecho a la vida y a un medio ambiente saludable

El derecho a un medio ambiente saludable es fundamental para la existencia de la humanidad, tanto en comunidad como individualmente. Sin embargo, la contaminación atmosférica ambiental amenaza la salud de las personas de todas las edades en el mundo. Según la Organización mundial de la Salud (OMS), se trata de «una crisis de salud pública global». Los responsables directos de esta contaminación atmosférica incumplen las directrices de la OMS sobre la calidad del aire. Al hacerlo nos están impidiendo el derecho a respirar un aire limpio a 9 de cada 10 personas (al 92% de la población mundial).

Esta contaminación atmosférica ambiental es causada sobre todo por la combustión de combustibles fósiles, por los procesos industriales, las prácticas agrícolas y la incineración de residuos. Según datos de la OMS, en el año 2016 la contaminación atmosférica ambiental causó unos 4,2 millones de muertes prematuras, de las cuales 286.000 fueron niños menores de 15 años. Un estudio publicado en 2019 en el European Heart Journal eleva las muertes prematuras anuales a 8,8 millones de personas.

Los niños corren mayor riesgo que los adultos por los efectos dañinos de esta contaminación. El daño que está causando es terrible: afecta al 93% de todos los niños y a unos 630 millones de menores de 5 años en todo el mundo. Además, aumenta el riesgo futuro de sufrir enfermedades y tiene consecuencias para toda la vida.

    Gobiernos y empresas contaminantes son los principales responsables

Pero todas estas muertes y sufrimiento tampoco les importan a los gobiernos ni a las empresas energéticas contaminantes. Nunca caerán sobre su conciencia, aunque los causantes de la crisis climática han sido ellos. ¿Por qué? Como hemos visto en este artículo, la política perversa de los gobiernos inducida por la industria de energía fósil no busca satisfacer las necesidades reales de la gente y de los ecosistemas. Busca mantenerse en el poder y la rentabilidad de los accionistas de industrias que contaminan y destruyen la vida.

Como dice en su informe (punto 10) Philip Alston: «Las autoridades tienden a dar prioridad a la protección de las zonas más adineradas». Esto aumenta los peligros y riesgos de la crisis climática para la población pobre.  Y concluye su informe con ésta frase: 

«El cambio climático es, además de otras cosas, una agresión desmedida a los pobres.»

Si has llegado hasta el final de este artículo, es que eres una persona combativa o rebelde. Pero no creas que esto acaba aquí. Hay muchas otras cosas por las que preocuparse de la crisis climática. Una crisis que solo estamos empezando a vislumbrar y que parece encaminarse hacia el colapso del mundo que conocemos hoy.

Te invito a continuar juntos explorando en nuevos artículos la realidad actual para poder comprenderla. Porque el futuro que nos espera puede ser aún más sombrío y espeluznante, si antes no somos capaces de comprender lo que ocurre e intentar remediarlo.  Ahora te dejo con algunas conclusiones a modo de reflexión en el apartado final de este artículo.

6. Algunas conclusiones

    Vamos hacia una catástrofe climática de enormes proporciones

Con las actuaciones y compromisos –pasados y actuales– de los gobiernos y las empresas de energías fósiles, vamos hacia una catástrofe climática de enormes proporciones. Acumulando poder, ley tras ley, esta élite monopoliza la comprensión del lenguaje privado de la injusticia. Pero no toda la responsabilidad es suya. La existencia de esta élite poderosa sólo es posible si existen súbditos dóciles. 

    El problema somos nosotros 

Estamos quietos sin hacer nada realmente efectivo, mientras los gobiernos siguen subsidiando con dinero público a las empresas de combustibles fósiles. Hay una correspondencia entre el enorme poder de los gobiernos y la impotencia de la población para empoderarse, para comprender el sentido de la crisis climática y las fuerzas destructivas que la han originado.

Someterse mansamente a este proceso de desintegración resulta afrentoso y servil, desprovisto de vida, envuelto en un temor desbocado ajeno a la comprensión de la realidad. Comprensión significa examinar los acontecimientos que han colocado sobre nosotros, no ignorar su existencia ni someterse a su peso dócilmente. La comprensión es, en suma, un enfrentamiento con la realidad.

La verdadera medida del valor de una persona no está en lo que piensa, sino en lo que hace para defender sus ideas. Es la coherencia de nuestras acciones con nuestros principios la que da significado a la vida. 

    Eliminar los subsidios y exigir el pago de la deuda climática

Es necesaria la eliminación inmediata de los subsidios de todo tipo a las empresas de combustibles fósiles, dejar de usarlos y sustituirlos por energías renovables locales y descentralizadas, no por las renovables industriales centralizadas (macro “parques” eólicos y “huertos” solares,…). Pero esto no es suficiente. Hay que exigirles también responsabilidades y obligarles al pago de su enorme deuda climática. 

El importe de los subsidios y de la deuda, permitiría disponer de los recursos necesarios para afrontar los daños inevitables derivados de la crisis climática que esas empresas han provocado. Recursos destinados a satisfacer diversas necesidades ambientales y derechos económicos y sociales que desde hace mucho tiempo se desatienden. Empezando por desarrollar programas que permitan atender a los millones de personas que se han visto afectadas.

    ¿Combatir el cambio climático o cambiar el sistema?

Hoy el carácter destructor del capitalismo está en guerra con el territorio y la gente que lo habita. La autodefensa es legítima, pero la lucha contiene otros aspectos: la soberanía alimentaria, la vivienda, la salud, la educación, el transporte, la lucha por hacer comunidad, por la asamblea. A su vez, es necesario construir un estilo de vida libre a través de la autogestión. Pero entendida, no como la gestión comunitaria de lo existente y su lógica de la mercancía, sino como su transformación revolucionaria, alejada del consumismo y el urbanismo miserable. Se trata de presentar los trazos de un modelo alternativo de sociedad descentralizada, actuando desde una estrategia de comunidades combatientes en la ciudad y en el campo.

La crisis climática ha aumentado la desigualdad económica global y seguirá aumentando si no lo im pedimos. Pero la raíz de la desigualdad entre los seres humanos no es sólo un problema de estadísticas económicas. Un problema que –como la historia del capitalismo ha demostrado– no se resuelve con el crecimiento y el desarrollo económico. Por tanto, ¿sería una reforma la solución de fondo a la crisis climática o la raíz del problema reside en la estructura y valores de la sociedad capitalista?

Esa historia nos ha enseñado que quien se equivoca en los fines (en los objetivos) se equivoca en todo, fracasa. Si la meta que se persigue es mala, falsa o equivocada pervierte los razonamientos que intentan conducirnos a ella. Y esa historia también nos muestra que los objetivos reformistas en lugar de cambiar el capitalismo lo han reforzado.

¿Qué te ha parecido el artículo? Continuamos juntos en los comentarios

En esta época de sobrecarga mediática y amnesia instantánea, su influencia al compartir este contenido es mucho más poderosa que cualquier campaña

Email
Imprimir
Jesús Agustín
Jesús Agustín

Es miembro de Vídeos Educa, donde comparte información y experiencias con todas aquellas personas que entienden la educación como una contribución al desarrollo de seres humanos libres. Trata de ayudar a desarrollar la habilidad y creatividad humanas, a conectar con nuestros talentos, aptitudes naturales e inclinaciones personales. Trata de ti (madre y padre, alumno y docente) y de temas que son importantes en nuestra vida, en la de nuestros hijos, amigos y vecinos, compañeros de trabajo y el planeta en el que vivimos.

Otros capítulos de la trama de esta historia

Los artículos, documentos, poemas y vídeos que figuran en esta web son responsabilidad exclusiva de sus autores. No reflejan necesariamente los puntos de vista de Vídeos Educa. 

Deja un comentario

Artículo añadido al carrito.
0 artículos - 0,00 
No leas este artículo si eres adicto a opinar y alérgico a analizar la complejidad social
Ir al contenido