Los gobiernos financian y promueven la crisis climática (1)
Lo que no se enseña en la escuela
No leas este artículo si eres adicto a opinar y alérgico a analizar la complejidad social
Los gobiernos financian la destrucción del clima dando enormes subsidios a la industria de combustibles fósiles. Esto provoca un aumento de la temperatura global del planeta y de sus consecuencias catastróficas para la población y los ecosistemas.
Hoy es bastante conocido entre la población que los gases de efecto invernadero (GEI) producidos por la quema de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), son la causa principal del calentamiento global del planeta y de las catástrofes que provoca el cambio climático.
Sin embargo, algo que apenas conoce la gente es que hace 40 años las empresas de combustibles fósiles ya conocían su responsabilidad en los efectos destructores para el clima del CO2 y en el aumento de la temperatura del planeta. Pero lo ignoraron y de un modo perverso siguieron aumentando las emisiones de gases con la complicidad de los gobiernos.
Aunque decirlo se considera anatema, la actuación espuria de los gobiernos y empresas ante el cambio climático no sólo es destructora, antisocial e injusta. También es perversa y corrupta. Gobiernos y empresas cegados por su avaricia y ambición insaciable de poder, buscan ocultar la verdad envuelta en una retórica hipócrita disfrazada de engaños y falsedades. La consecuencia es que estos hechos del pasado enmascaran la realidad del presente sobre los verdaderos responsables de la actual catástrofe climática.
La primera condición para cambiar la realidad es conocerla. La información en profundidad sobre el cambio climático, nos ayuda a saber de dónde venimos y hacia donde vamos. Nos permite averiguar quienes fuimos, quienes somos y –dependiendo de nuestra acción colectiva– qué podemos ser.
Exigir la responsabilidad histórica por la enorme deuda climática contraída
Estas empresas se han enriquecido provocando la actual crisis climática, con su tremenda destrucción ambiental, estela de muerte, sufrimiento y daños a la salud de las personas. Por lo que deberíamos exigirles responsabilidades y el pago de la enorme deuda climática contraída con la sociedad. Pero los gobiernos hacen todo lo contrario. Con el dinero de los impuestos que pagamos los ciudadanos, les siguen dando subsidios por valor de cientos de miles de millones de euros a las industrias contaminantes dedicadas a la producción y uso de combustibles fósiles.
De modo que, en lugar de eliminar la causa principal del cambio climático, la mayoría de los gobiernos financian la destrucción del clima. Y lo seguirán haciendo cobijados en la certidumbre de la impunidad que les proporciona nuestra inacción para impedírselo. Con nuestra pasividad estamos alimentando a un sistema social que nos está destruyendo individual y colectivamente.
Para no dejarnos engañar y actuar con acierto, es necesario conocer algunas de las estrategias que utilizan para disfrazar la manipulación que hay detrás de esta monumental y catastrófica estafa. El engaño y el secretismo es una de las principales técnicas que emplean. Mostrando así que el poder económico y político es esencialmente amoral.
Mientras tanto, se siguen quemando combustibles fósiles en el mundo y enviando a la atmósfera más gases de efecto invernadero. Esto agrava el problema: La temperatura del planeta aumenta y hace que las catástrofes climáticas sean mucho mayores de lo que pensamos.
Pero este no es el único problema de la crisis climática. Al final del artículo conocerás otros capítulos y otros protagonistas de la trama de esta dramática historia.
☛ Hace 40 años que las empresas de combustibles fósiles ya sabían los efectos destructores para el clima del CO2 y su efecto sobre el calentamiento global. Exijámosles que asuman su responsabilidad y el pago de su deuda climática.
El 29 de febrero de 1980, el Instituto Americano del Petróleo (API) organiza una reunión con su grupo de trabajo sobre CO2 y clima compuesto por representantes de la industria de combustibles fósiles de Exxon, Texaco y Standar Oil de Ohio (SOHIO). La reunión se centró en el informe del Dr. J.A. Laurman: El problema del CO2. El informe reconoce de manera inequívoca que existe «una fuerte evidencia» de que el aumento en la concentración de CO2 atmosférico es «antropogénico» y causado «principalmente por la quema de combustibles fósiles». Además, el informe predice un aumento de temperatura global de 2,5 grados centígrados para 2038, con «efectos catastróficos a nivel mundial».
Es decir, que hace 40 años que las empresas de combustibles fósiles eran conscientes de su responsabilidad en el aumento de niveles de CO2 en la atmósfera y su efecto sobre el cambio climático. Pero lo ignoraron y de un modo perverso siguieron aumentando las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y la temperatura global del planeta.
De 1988 a 2015 «apenas 100 empresas produjeron el 71 por ciento de las emisiones mundiales» de GEI
90 empresas (privadas y públicas) entre las que se encuentran las mayores productoras de carbón, petróleo, gas y cemento, son responsables de dos tercios de las emisiones globales a la atmósfera de gases de efecto invernadero desde el comienzo de la industrialización.
Sin embargo, aunque las empresas eran conscientes de los efectos destructores para el clima del CO2 , según el informe (punto 35) del Relator Especial de Naciones Unidas sobre la extrema pobreza y los derechos humanos, Philip Alston:
«De 1988 a 2015 las empresas de combustibles fósiles multiplicaron por dos su contribución al calentamiento global al producir en 28 años un volumen de emisiones equivalente al producido en los 237 años posteriores a la Revolución Industrial. Durante ese periodo apenas 100 empresas produjeron el 71% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero».
En el año 2015 la industria de combustibles fósiles y sus productos era responsable del 91% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero con fines industriales y del 70% del total de emisiones de origen humano.
La industria del petróleo y el gas quiere continuar con el liderazgo energético los próximos 100 años
Pero la avaricia destructora de estas empresas no cesará a menos que se lo impidamos. El principal objetivo del Instituto Americano del Petróleo (API) es promover los intereses de la industria del petróleo y el gas en todas sus ramas, dándole «una voz unificada» a sus más de 600 empresas, entre las que se encuentran grandes petroleras europeas como British Petroleum, Shell, Total, Repsol o Equinor (antes llamada Statoil).
En el tributo al centenario de su creación (1919–2019), API dice que en la industria del petróleo y el gas natural «están los próximos 100 años del liderazgo energético». Se sienten «capaces de planificar un futuro optimista y un liderazgo global debido al abundante y seguro gas natural y petróleo.» La presión de su lobby consigue más oportunidades de negocio: Abre a la exploración de petróleo y de gas natural más del 90% de las aguas continentales del Atlántico, el Pacífico y el Ártico.
Entre 2016 y 2019, bancos canadienses, europeos, japoneses, chinos y estadounidenses han inyectado 2,7 billones de dólares al sector de los combustibles fósiles. Estos canalizan enormes sumas de dinero para la extracción de arenas alquitranadas, petróleo y gas en el Ártico, en aguas profundas o a través del fracking. Cuatro bancos estadounidenses (JPMorgan Chase, Wells Fargo, Citi y Bank of America) encabezan la lista de 35 bancos que invierten en el sector de los combustibles fósiles. El líder absoluto es JPMorgan Chase, con 268.593 mil millones de dólares.
En cuanto a los bancos europeos, durante esos cuatro años Barclays otorga 85 mil millones de dólares en préstamos para el funcionamiento continuo del sector de los combustibles fósiles y 24 mil millones de dólares para subdesarrollo y expansión. El Deutsche Bank ocupa el puesto 19 en la lista de 35 bancos privados. Solo en los tres años siguientes a la adopción del Acuerdo de París ha invertido unos 53 mil millones de dólares en el sector de los combustibles fósiles.
Lo que nos indica que esta industria no tiene intención de hacer ningún caso a las alarmas sobre el cambio climático. Les sigue teniendo sin cuidado las devastadoras catástrofes que provoca, los daños ambientales, el hambre y la malnutrición, la pobreza, el sufrimiento y la muerte de millones de personas que causa la contaminación atmosférica ambiental. Excepto para obtener un beneficio del desastre que la propia industria causa. ¿Cuánto tiempo más le vamos a seguir permitiendo su conducta perversa y criminal?

Confiar en las empresas de combustibles fósiles sería una catástrofe para la humanidad
Por tanto, es evidente que las empresas de combustibles fósiles no son de fiar. Por mucho maquillaje cómplice que los gobiernos les pongan, ellas han sido, son y seguirán siendo los principales responsables del calentamiento global del planeta. El historial criminal de esta industria deja claro que depender de ella para combatir el cambio climático sería un desastre aún mayor para la humanidad y para los ecosistemas de la Tierra.
Porque el daño causado por la quema de combustibles fósiles no se limita sólo a las consecuencias de las temperaturas altas y olas de calor, sequías, incendios forestales, inundaciones o huracanes devastadores, cada vez más frecuentes. Su uso provoca el aumento de daños a la salud y millones de personas muertas cada año por contaminación atmosférica ambiental, que ya supera a los accidentes de tráfico. Según la OMS, afecta al 93% de todos los niños y a unos 630 millones de menores de 5 años en todo el mundo.
Nos han privado hasta de la libertad de poder respirar un aire sano.
«Inacción de los dirigentes gubernamentales»
Aunque decirlo se considera anatema, la actuación espuria de estos gobiernos y empresas no sólo es destructora e injusta, también es perversa y corrupta. Gobiernos y empresas cegados por su avaricia y ambición de poder insaciables, buscan ocultar la verdad envuelta en una retórica hipócrita disfrazada de engaños y falsedades.
Tras decenios de inacción estatal, los gobiernos e instituciones siguen mostrando una actitud cómplice al seguir apoyando a las empresas de energía fósil. Lo que nos indica que los gobiernos y las instituciones que los cobijan tampoco son de fiar. Así lo expresa en su informe (El cambio climático y la pobreza) el Relator Especial de Naciones Unidas, Philip Alston:
«30. Los lúgubres discursos pronunciados por funcionarios públicos en conferencias ordinarias no se traducen en una acción verdadera. Parecen muy escasos los resultados de 30 años de convenciones. De Toronto a Noordwij, a Río, A Kyoto y a París, las expresiones empleadas guardan un notable parecido mientras que los Estados siguen dando largas. Los elementos esenciales del cambio climático se comprendían en los años setenta, y los científicos y activistas llevan decenios dando voces de alarma. Sin embargo, los Estados han ido dejando atrás los distintos umbrales y advertencias de origen científico, y lo que antes se calificaba de calentamiento catastrófico parece ahora el mejor de los casos imaginables.»
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2. Los subsidios de los gobiernos a los combustibles fósiles
☛ En lugar de exigirles responsabilidades y el pago de su enorme deuda climática a las industrias contaminantes dedicadas a la producción y uso de combustibles fósiles, los gobiernos les siguen dando subsidios por valor de cientos de miles de millones de euros.
Con la retórica engañosa de su discurso “carbón limpio”, “uso del gas como combustible de transición”,…, los gobiernos intentan justificar los enormes subsidios a las empresas de combustibles fósiles. Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), en el año 2018 los subsidios directos a la producción y el uso de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) fueron de 427.000 millones de dólares USA. Pero esta cifra de la IEA no tiene en cuenta los costes ambientales ni en salud causados por los combustibles fósiles.
☛ El Fondo el Fondo Monetario Internacional valora el coste de los subsidios a los combustibles en la enorme cantidad de 5,2 billones de dólares USA al año.
Un nuevo informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), que no es precisamente un organismo revolucionario, ha estimado el coste de los subsidios a los combustibles fósiles en 5,2 billones de dólares USA al año. Esta enorme cantidad representa el 6,5 % del producto interior bruto (PIB) mundial. Aquí, según el FMI, están incluidos los costes de la degradación ambiental, los derrames, la contaminación del aire y los costes en salud derivados de la extracción y quema de los combustibles fósiles.
El carbón y el petróleo representan el 85 por ciento de los subsidios mundiales
El carbón es el principal beneficiario con el 44% de los subsidios, le sigue el petróleo (41%) y el gas (10%). Con estos subsidios los gobiernos incumplen sus compromisos e impiden frenar el aumento de la temperatura media global del planeta por debajo de 1,5 grados centígrados respecto a la era pre-industrial (1850-1900). Con ello aumentan la contaminación del aire que causa más muertes cada año que los accidentes de tráfico.
En Canadá, el Estado compró el proyecto de oleoducto Trans Mountain por 4500 millones de dólares canadienses (2800 millones de euros), después de que el inversionista Kinder Morgan se retirara. El coste ha subido a 12600 millones de dólares canadienses y traerá petróleo de las arenas alquitranadas de Alberta a la costa, cerca de Vancouver. La emisión anual de GEI del oleoducto equivale a 33 plantas de carbón. Con la crisis del Covid19 y la caída de los precios del petróleo que afectó a la industria petrolera, el gobierno canadiense decidió rescatarla con unos 9400 millones de euros.
La eliminación de los subsidios habría reducido las emisiones mundiales de carbono en 2013 en un 21% y las muertes por contaminación del aire con combustibles fósiles en un 55%, al tiempo que habrían aumentado los ingresos en un 4% y el bienestar social en un 2,2% del PIB mundial.
☛ En lugar de impedir el calentamiento global del planeta, los gobiernos financian la crisis climática y ayudan a las empresas de combustibles fósiles a sacar provecho de las catástrofes climáticas que ellas mismas han provocado.


Subsidian la creación de centrales eléctricas de carbón con una vida útil de 40 años
☛ Actualmente el carbón proporciona alrededor del 40 por ciento de la electricidad mundial. Pero emite más CO2 que cualquier otro combustible fósil del sector eléctrico. Sin embargo, los subsidios continúan aumentando debido a la influencia de los poderosos grupos de presión del carbón.
Entre 2014 y 2017, los gobiernos del G20 aumentaron las subvenciones a las centrales eléctricas de carbón de 17.000 a 47.000 millones de dólares al año. Al mismo tiempo, han impedido la creación de sistemas de energía renovable local y descentralizada (no industrial como los macro “parques” eólicos, “huertos” solares,…). Las centrales eléctricas de carbón fueron el principal contribuyente al crecimiento de las emisiones globales de CO2 en el año 2018.
A través de instituciones financieras, agencias de crédito a la exportación y empresas estatales, también han apoyado la creación de centrales eléctricas con carbón en países como Bangladesh, Indonesia, Pakistán y Vietnam. Esta es otra forma de cómo los gobiernos financian la destrucción del clima. Así, en lugar de reducir, aumentan las emisiones de CO2 y la contaminación del aire en estos países en desarrollo.
Las nuevas centrales eléctricas de carbón tienen una vida útil de unos 40 años, durante los cuales sus costos deben ser devueltos a los inversores. Estas centrales de carbón continuarán con sus emisiones de CO2 hasta después de la segunda mitad del siglo XXI.
Igual que otros países del G20, China se propone dejar de depender del carbón, pero a la vez exporta al extranjero centrales eléctricas de carbón.
☛ La realidad es que los gobiernos no tienen intención de eliminar los subsidios a la producción e infraestructuras de los combustibles fósiles.
El fraude del “carbón limpio”
Los gobiernos y las industrias llevan años presentándonos las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono (CCS, por sus siglas en inglés), como una solución al cambio climático. Pero lo cierto es que su eficacia es muy especulativa. No es más que una excusa para seguir subsidiando los combustibles fósiles y posponer su eliminación como fuente de energía.
Las técnicas CCS se crearon para recuperar petróleo mejorado (EOR, por sus siglas en inglés). La técnica consiste en bombear CO2 en yacimientos viejos para extraer petróleo crudo. Lo que permite un aumento considerable de la producción pero también de la emisión de gases de efecto invernadero. Es una técnica que se usa hace más de 40 años, sobre todo en EE.UU. Pero tiene un coste elevado en dinero y energía. Una central eléctrica con carbón que emplee la tecnología CCS tiene que emplear más carbón para producir la misma cantidad de energía. Por tanto, el carbón no puede ser un combustible limpio, aunque utilice filtros para reducir la emisión de partículas a la atmósfera.
☛ Mediante este fraude se enriquecen aún más las poderosas empresas del carbón y los gobiernos financian la destrucción del clima.
La mayoría de países de la Unión Europea emplean carbón para generar electricidad
El carbón es el combustible fósil más abundante de la Unión Europea (UE) y representa el 25% de su producción eléctrica. En el año 2018 emitieron a la atmósfera 625 millones de toneladas de CO2. Por esa razón es imprescindible cerrar todas las centrales que utilizan carbón. La UE se comprometió en el año 2010 a dejar de subvencionar el carbón y facilitar el cierre de las minas. En sus compromisos de reducción de emisiones, la UE también se comprometió en el marco del Acuerdo de Paris a dejar de usar el carbón para producir electricidad en el año 2030.
La realidad es que aún siguen empleando carbón para generar electricidad 21 de los 28 estados de la UE. Además, once países (Alemania, Polonia, República Checa, Eslovaquia. Eslovenia, Croacia, Rumanía, Bulgaria, Grecia, Hungría y España) no renuncian al uso del carbón en 2030. Sin embargo, siguen recibiendo subvenciones: hay un fondo de 26.000 millones de euros para el carbón. Lo que evidencia cómo –tras su engañosa retórica– los gobiernos financian la destrucción del clima.
☛ Once países de la Unión Europea incumplen los compromisos de reducción de emisiones y manifiestan su escasa o nula intención de dejar de utilizar el carbón en el año 2030.
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3. El engaño del gas fósil y su falso papel como “combustible de transición”
Gobiernos y empresas energéticas están promoviendo enormes campañas sobre el gas fósil como energía “limpia” que sirva como combustible de transición entre el carbón/petróleo y las energías renovables. Son las mismas empresas de combustibles fósiles que han ganado enormes cantidades de dinero causando la actual crisis climática.
La idea de “combustible de transición” (hacia un sistema energético basado en fuentes renovables) es utilizada por quienes proponen nuevos proyectos de extracción e infraestructura de gas fósil. Muchos países del G20 (representan el 79% de las emisiones globales) están promoviendo una rápida expansión mundial del gas fósil. Tienen previsto recibir inversiones por más de 1,6 billones de dólares en el periodo 2018-2030.
Estos proyectos se han diseñado para aumentar durante décadas la producción de gas fósil, a pesar de que ya existe demasiado gas. Por tanto, el objetivo de las infraestructuras de gas no es el bien común. Los beneficiarios son las empresas que tienen el monopolio del gas y los grandes fondos de inversión que buscan que la gente tenga dependencia del gas.
☛ Su objetivo es consolidar la presencia de los combustibles fósiles en el futuro a través del gas, sin que les importe los efectos catastróficos del cambio climático sobre la vida de las personas y los ecosistemas del planeta.


El gas fósil no es una fuente de energía limpia ni segura ni necesaria
Empresas y gobiernos nos engañan y faltan a la verdad cuando dicen que la combustión del gas «genera cerca de la mitad del CO2 producido por la quema del carbón». Ellos hablan sólo de la etapa final de combustión. Pero ocultan la cuestión esencial más importante: Su impacto en el clima, el medio ambiente, la sociedad y la salud, sólo puede medirse realmente si tenemos en cuenta el ciclo de vida completo de la cadena de suministro de gas (extracción, procesamiento, distribución y consumo). Al considerar las emisiones de GEI en todas las etapas de su ciclo de vida, el gas fósil contribuye a aumentar el calentamiento global del planeta.
Por tanto, al contrario de lo que dice la estrategia de la Unión Europea, el gas fósil no es una fuente de energía limpia ni segura. Una estrategia cuyo objetivo es favorecer los intereses de la industria del gas fósil y justificar el uso de una abundante oferta.
Reemplazar la energía generada a partir del carbón por energía generada a partir de gas fósil, tendría unas emisiones de GEI cinco veces mayor que la media de los escenarios previstos por el IPCC para mantener la temperatura global del planeta por debajo de los 2 °C. Por tanto, aumentar la extracción e infraestructura de gas fósil no sólo no combate el cambio climático y sus desastrosas consecuencias, sino que las promueven. Es por esto que las centrales eléctricas europeas (de gas y carbón) deben cerrarse mucho antes de mediados del siglo XXI.
Los gobiernos financian la destrucción del clima y agravan la pobreza
En consecuencia, para poder limitar el calentamiento del planeta a 1,5 °C es necesario eliminar con rapidez todos los combustibles fósiles, incluido el gas.
Pero incluso la limitación a 1,5 °C supondrá (según el informe especial del IPCC Calentamiento global de 1,5 °C ) temperaturas extremas en muchas regiones, inseguridad alimentaria para las poblaciones afectadas, pérdidas de ingresos y de medios de vida y empeoramiento de la salud. Hasta 500 millones de personas sufrirán escasez de agua y hasta 4500 millones de personas pueden verse afectadas por olas de calor. El cambio climático seguirá agravando la pobreza y aumentando las desigualdades, arrastrando a familias de clase media en países desarrollados para que caigan también en la pobreza.
Sin embargo, todo este sufrimiento no les importa a los gobiernos y ni a las empresas energéticas. Al contrario, buscan reforzar las medidas que lo causan. La estrategia de la Unión Europea, lejos de buscar la reducción de los combustibles fósiles como el gas, lo que pretende es «eliminar los obstáculos al comercio de gas natural licuado en los mercados mundiales».
☛ Las empresas que construyen infraestructuras de gas fósil tienen previsto utilizarlas para suministrarlo durante más de 40 años
Financiar el gas fósil impide implantar energías renovables locales no industriales
Los gobiernos y empresas que promueven el uso del gas fósil como fuente energética, también ocultan que sus decisiones están impidiendo la implantación de energías renovables para limitar las emisiones de GEI. Las energías renovables son justamente una de las soluciones que necesitamos, ya que no existe un aumento de temperatura global seguro ni aceptable.
De hecho, existen muchas regiones donde la energía solar y eólica es menos costosa que el carbón y el gas. Pero requiere un modelo muy distinto al de las energías renovables industriales centralizadas (como los macro “parques”eólicos, macro “huertos” fotovoltaicos, etc.), cuyo daño ecológico es comparable o mayor que el que se pretende evitar. Su objetivo sigue siendo el mismo: captar grandes cantidades de energía para centralizarla y llevársela muy lejos. Es decir se pretende convertir una energía viva y dispersa por distintos territorios que sigue el ritmo de la naturaleza, en una energía concentrada que siga los ritmos del mercado y se consuma lejos de dónde se genera.
Si el objetivo es reducir al máximo y con rapidez las emisiones de GEI, es esencial aumentar la capacidad de generación con energías renovables no industriales y descentralizadas, no la de construir plantas de gas fósil. Combatirlo pasa por una perspectiva antidesarrollista, que se manifiesta también en la lucha urbana contra la industrialización de la vida y la lucha en defensa y preservación del territorio contra la industrialización del espacio. Lucha que en sus prioridades sitúe en primer lugar lo local y lo colectivo, junto con el reequilibrio del territorio.
☛ El gas fósil no es una fuente de energía limpia ni segura ni necesaria. Tampoco es un socio integral de las energías renovables, como dice la publicidad engañosa de gobiernos y empresas de energías fósiles.
La fuga de metano y su impacto sobre el clima
El metano (CH4) es el principal componente del gas fósil. Se trata de un gas de efecto invernadero muy potente, cuya capacidad de calentamiento global en veinte años es 86 veces superior al CO2. Las emisiones de metano se producen en los pasos de licuefacción (se enfría el gas para convertirlo en estado líquido), transporte y regasificación que forman parte de la cadena de suministro de gas fósil. Por tanto, el riesgo de fuga de metano acompaña al uso del gas fósil y no puede reducirse a cero en ningún caso.
☛ Estas fugas de gas metano son una peligrosa amenaza para el clima y para las personas. Una razón más para no usar el gas fósil como fuente de energía ni tampoco como “combustible de transición”.
Sin embargo, muchos países del G20 están creando infraestructuras de gas fósil, en base a la propaganda engañosa de que el gas fósil es un combustible de transición «limpio». La Agencia Internacional de la Energía pronostica un aumento del 50% en la demanda de gas para el año 2040.
Con las perversas políticas de apoyo al gas fósil los gobiernos financian la destrucción del clima. Entregan a esas empresas el dinero de nuestros impuestos, a sabiendas de que perjudican a la mayoría de la sociedad. Ya que, con esas subvenciones, en lugar de frenar el cambio climático, contribuyen a aumentar el calentamiento global del planeta y sus efectos catastróficos.


El gas fósil, principal combustible de la política energética europea
Para desincentivar el uso del carbón, la UE ha convertido al gas fósil en el combustible principal de su política energética. En esta política el plan «Unión de la Energía y Acción por el Clima» promueve:
– Un mayor desarrollo de la producción nacional de gas,
– La construcción de centros de operaciones de gas natural licuado (GNL),
– Ampliación de gasoductos, el Corredor Norte-Sur y el Corredor Meridional de Gas.
Es una política que busca garantizar que «toda la UE tenga acceso a diversas fuentes de gas». Lo que deja claro cuales son las intenciones de la Unión Europea y sus gobiernos respecto al uso del gas fósil como combustible. Su estrategia es seguir impulsando la construcción de nuevas infraestructuras de gas fósil (gasoductos y centrales eléctricas) para prolongar su extracción y consumo durante décadas. Estas infraestructuras se construyen para que duren al menos 40 años.
Por tanto, a pesar de la situación de emergencia climática planetaria, el objetivo real de la Unión Europea es que continúe el consumo de gas fósil mucho después de 2030. Un ejemplo más de que cómo los gobiernos mienten y disfrazan el modo en que financian la crisis climática.
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