Tierras altas

Descripción

Las tierras altas del Noroeste murciano constituyen la reserva forestal de la región. Conectadas a las sierras de Segura y Cazorla, forman uno de los macizos montañosos más grandes del sur de España.  Nos encontramos ante 200.000 hectáreas de un espacio auténtico de alta montaña.

En Moratalla, donde las nevadas suelen ser frecuentes e intensas, se encuentran los picos más altos de la región. Durante el invierno buena parte de la naturaleza reposa bajo el peso de la nieve y el acoso del frío.

La sabina albar

En este vasto territorio de 200.000 hectáreas destaca un árbol de asombrosa vitalidad: la sabina albar

El agua y la luz han dado a estas tierras altas la mayor riqueza natural que existe: El bosque. En este vasto territorio, conviven diferentes comunidades vegetales. Entre todas ellas destaca sobre manera una reliquia de asombrosa vitalidad: la sabina albar. Es un  árbol de difícil germinación, lento crecimiento y gran longevidad, pues puede llegar a vivir más de quinientos años. Tiene el tronco retorcido y su madera es dura y extremadamente resistente al fuego y al frío. 

Sin embargo, son precisamente estas cualidades las que han traído sobre la sabina albar la desgracia de su tala abusiva. La fabricación artesanal de muebles junto a pastores y carboneros han completado hasta hoy su parcial destrucción.

Como en el conjunto del degradado hábitat forestal mediterráneo, el pino es la especie privilegiada.

El pino, especie privilegiada 

Pero también entre los pinos ha habido castas privilegiadas. El pino carrasco, especie poco exigente, coloniza bien los suelos pedregosos y pobres en nutrientes. De todos los pinos mediterráneos es el más resistente al calor y a la sequía. Estas características lo han convertido en la especie más utilizada en las repoblaciones forestales.

En estos bosques de pinos no resulta difícil encontrar a la ardilla.  Este simpático mamífero es muy activo. Durante el día sube y baja silenciosamente por los árboles con increíble agilidad.

La vida en el suelo se desarrolla siempre vigilada por el vuelo quieto de las rapaces, señoras del aire, inquilinas privilegiadas de estos bosques. Desde las alturas siguen los accidentes de esta tierra que siempre ha sido suya.

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