Un cielo de azucenas rojas
Elegía a la memoria de Agustín M. Abellán
I. Luz de agonía y muerte
II. Exilio de ausencia
III. La tierra alumbró al hombre
IV. Con la verdad en las manos
V. Caminar juntos en el silencio
Elegía a la memoria de Agustín M. Abellán
I. Luz de agonía y muerte
II. Exilio de ausencia
III. La tierra alumbró al hombre
IV. Con la verdad en las manos
V. Caminar juntos en el silencio
Llegó la muerte obligatoria
con un canto de adiós innecesario,
con la música acorde del momento
con el llanto de un nuevo nacimiento.
Así como las aguas entran en el gran río de la vida, así entró Diego en la casa de la poesía. Este hombre que viste con sencillez, tiene la corbata de poeta y sus versos son los cantos del corazón.
No ladres perro, no ladres,
porque puedes distraerla,
que la luna no te mira,
se mira en agua serena.
Belleza y más belleza sin sonrisa
Amor y más amor del que te hiere
Calor de luz opaca, fría brisa
de aquel que muere y muere
y nunca muere.