Misterios del agua – 2ª parte

¿Tiene el agua capacidad de recibir información, transportarla y luego transmitirla?
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Lo que no se enseña en la escuela
El agua es el conductor de la naturaleza. (...) Es la expansión y el humor de todos los cuerpos vivos. Sin ella nada retiene su forma. Con su flujo une y aumenta los cuerpos. (…) Podría decirse que su naturaleza es tan diversa y cambiante como diferentes son los lugares por donde pasa. (…) Sin ella no podría existir nada entre nosotros. LEONARDO DA VINCI. Cuadernos de notas.

Vivimos en una época de profunda crisis social, empobrecimiento espiritual y pérdida de diversidad cultural. La educación desempeña un importante papel para inculcar los valores y actitudes que han llevado a la sociedad a la cadena de crisis actuales superpuestas. En esta grave situación, formular y formularse preguntas, no es una simple cuestión de curiosidad intelectual, sino de supervivencia, de salud física y mental.

El sistema educativo actual muestra al agua como una sustancia química inorgánica, sin vida. Sin embargo, ¿cómo es posible que una sustancia inerte, sea al mismo tiempo la fuente de vida de todos los seres vivos en este planeta? Dos ejemplos: Entre el 96 y 99 % del cuerpo de las medusas es agua. El 95 % del cuerpo de un ser humano recién nacido es agua. Y a lo largo de su vida, el agua resulta imprescindible para que su cuerpo funcione. La visión mecanicista sobre el agua de la biología tradicional como una simple sustancia inorgánica sin olor, sabor y color que imparte la educación en los países desarrollados, contrasta con el hecho de que sin agua ningún ser vivo podría existir. Y esta visión afecta a nuestra salud y a nuestra vida.

En la primera parte de Misterios del agua veíamos que si dejamos que un mismo copo de nieve se descongele, al volverlo a congelar forma de nuevo exactamente la misma estructura geométrica. Y nos preguntamos: ¿acaso tiene memoria el agua? Las implicaciones que tiene esta pregunta nos lleva a plantear más preguntas.

¿Tiene el agua capacidad de recibir información, transportarla y luego transmitirla? ¿Es posible que las moléculas de agua se comuniquen mediante vibraciones? ¿Puede el agua modificar su estructura o comportamiento frente a las energías de su entorno? ¿Cómo influyen estos procesos en las propiedades, estructura interna y características del agua?

En esta segunda parte buscaremos respuesta a esas y otras preguntas a través de algunas de las múltiples investigaciones sobre la estructura y el comportamiento de esa sustancia única que es el agua. Accederemos a las fascinantes fotografías de cristales de agua del investigador japonés Masaru Emoto.

Tiempo de lectura: 13 minutos

¿Es realmente el agua una sustancia inerte y químicamente estable como dicen los libros oficiales? Sabemos que la materia es energía en vibración que genera una frecuencia, la longitud de onda, que puede ser medida. Las moléculas vibran y establecen vínculos que emiten frecuencias específicas, que son detectadas a miles de millones de años luz de distancia por los telescopios modernos. La física nos dice que todo en el Universo se compone de vibraciones con diferentes frecuencias. Pero la biología oficial imperante, ni siquiera parece preguntarse si las frecuencias electromagnéticas tienen un propósito en los seres vivos.

1.1 Limitación del ser humano para oír y ver

La nota do mayor corresponde a 263 hercios (vibraciones por segundo). Al pulsar esa nota en la cuerda de una guitarra, vibrará la cuerda de otra guitarra cercana.  Ambas entran en resonancia por vibración. Percibimos las diferentes frecuencias de sonido con tonos distintos. Sin embargo, existen frecuencias de sonidos (por debajo de 20 oscilaciones por segundo) que son demasiado bajas para que el oído humano las perciba, pero no para las ballenas que se comunican con esos tonos. También existen frecuencias demasiado altas (por encima de 20.000 oscilaciones por segundo) que los humanos somos incapaces de oír, pero que los perros oyen con facilidad. No obstante, ya que no podemos oírlas, al ser magnitudes físicas podemos verlas en un osciloscopio.

Igual que el sonido, la luz también es tridimensional y tiene diferentes frecuencias. Algunas de ellas los seres humanos las percibimos como colores distintos, pero hay otras que nuestros ojos son incapaces de percibir. Cada color del arco iris tiene una frecuencia distinta que puede medirse. Existe una resonancia natural entre la luz y la química. Estamos predispuestos a la luz visible porque el Sol (que es una estrella de temperatura media) concentra toda su energía en la región amarilla del espectro. Pero no vemos la luz de una estrella muy fría que emite luz principalmente en la banda infrarroja, ni la de una estrella muy caliente que emite sobre todo en la banda ultravioleta.

Lluvia y arco iris

De modo que el ser humano sólo percibe una estrecha franja de frecuencias, ya que hay muchas más frecuencias de luz o de colores que nuestros ojos no pueden ver. Las ondas de radio, los rayos gamma, los rayos X, la luz ultravioleta o la luz infrarroja son distintas clases de luz y existen aunque no seamos capaces de percibirlas con nuestros ojos.

Estamos predispuestos a los sonidos y a la luz que somos capaces de percibir, pero nuestros sentidos son limitados. Aunque, lamentablemente y por diferentes motivos, hay demasiada gente incapaz de aceptar esa limitación.

1.2 Cada materia tiene su propia frecuencia

Cada materia tiene su propia frecuencia atómica o molecular que se transmite a organismos vivos si el contacto es prolongado. Si colocamos una pastilla durante un cuarto de hora en el brazo o en la pierna y la fijamos con cinta adhesiva, la frecuencia de la pastilla y con ella su efecto, penetrarán en nosotros gracias al contacto con la piel. Se puede hacer la prueba colocando un caramelo mentolado en la pelvis y a los 15 minutos notaremos su sabor en la boca. También se puede comprobar dejando que otra persona nos frote un diente de ajo en la planta del pie y al cabo de unos cinco minutos notaremos el olor a ajo en la parte interior de la muñeca.

Las imágenes tomadas por resonancia magnética (RMI) son posibles gracias al agua existente en el cerebro y los tejidos blandos de nuestro cuerpo. La máquina RMI genera un campo magnético que permite acelerar los núcleos de las moléculas de agua. A medida que las moléculas se ralentizan, emiten radiación. El científico alemán Walter Schempp descubrió que esa radiación contiene información sobre el cuerpo codificada en ondas. Estas ondas son captadas por la máquina que, usada como herramienta médica, reconstruye una imagen tridimensional de la parte del cuerpo examinada y, finalmente, convierte esa información en una imagen óptica.

Sabemos que por resonancia la vibración de un cuerpo puede llegar más allá, a través de las ondas vibratorias y provocar una vibración similar en otro cuerpo. Esto nos permite comprender que las moléculas de agua se puedan comunicar a través de vibraciones. Al referirnos a la estructura del agua, vimos que es bipolar (tiene un polo positivo y otro negativo), lo que permite medir las vibraciones electromagnéticas dentro del agua. A través de las vibraciones las moléculas de agua pueden almacenar la información y recibir la influencia, beneficiosa o perjudicial, que le reportan los campos magnéticos generados por las sustancias y cuerpos con las que entra en contacto.

2. Incapacidad de la teoría genetista para explicar la sincronía y rapidez de los procesos biológicos

Sin embargo, cualquier idea relacionada con la radiación como medio de comunicación celular, fue descartada por la bioquímica desde su aparición a mediados del siglo XX. Proponía que era posible explicar el funcionamiento de los seres vivos a través de las hormonas y las reacciones químicas.

La teoría oficial imperante hoy en biología sobre la comunicación de moléculas en una célula viva, dice que hay intercambio de información química específica entre dos moléculas cuando chocan una con otra. Para esta teoría a la que llaman modelo de llave-cerradura, sólo puede haber reacción si existe contacto. Partiendo de los postulados de la bioquímica, la farmacología se basa en la curación molecular. Toma a la molécula como el lugar donde reside el principio activo del medicamento, porque dice que no puede existir un elemento terapéutico más pequeño que el átomo.

Es una teoría que no tiene en cuenta las investigaciones en el nivel subatómico de la física cuántica. Utiliza una retorcida lógica mecanicista cartesiana alejada de la realidad, sin el respaldo de una base científica, ya que depende mucho de la casualidad y requiere bastante tiempo, por lo que hay muchas cosas que no puede explicar. Veamos algunas.

Cada célula de nuestro organismo está sometida a una media de 100.000 reacciones químicas por segundo, en un proceso que se repite simultáneamente en los 60 a 100 billones de células que hay en el cuerpo (aunque algunos investigadores dicen que hay muchas más). De forma que cada segundo se producen billones de reacciones químicas de distintos tipos en perfecta sincronización. Es lo que en física se conoce como coherencia cuántica: la capacidad de cooperar de las partículas subatómicas, vinculadas por bandas de campos electromagnéticos comunes para comunicarse mejor. Lo que implica que existe comunicación celular más allá del contacto molecular, como veremos más adelante. Y ésta comunicación para actuar simultáneamente es crucial, porque si hubiera un ligero desfase en cualquiera de los procesos corporales los seres vivos estallarían.

Entonces si, como afirma la teoría genética actual, todos los procesos de un organismo vivo se deben a simples colisiones químicas entre moléculas, de forma casual, ¿cómo se explica la sincronización y rapidez de la enorme cantidad de procesos de los seres vivos en cada instante de sus vidas? ¿Cómo se explica, por ejemplo, la velocidad real de algunos procesos biológicos como el miedo, la alegría, la tristeza o la ira?

Otro de los misterios que la biología oficial es incapaz de explicar, es cómo adoptamos nuestra forma geométrica los humanos y otros muchos seres vivos. ¿Cómo saben las células dónde deben estar y lo que deben hacer para juntarse y organizarse en cada fase del proceso, para formar las distintas partes de un cuerpo tridimensional? La explicación habitual es que el ácido desoxirribonucleico (ADN) consigue ‘de algún modo’ construir el cuerpo dando instrucciones genéticas. Pero los genetistas son incapaces de explicar cual es el mecanismo que permite sincronizar la actividad de los genes y las células para que los sistemas operen al unísono y en un determinado momento. No explican cual es el proceso químico o genético que dice a determinadas células que crezcan formando una mano y no un pie, ni cuándo deben hacerlo, ni cómo esos genes saben cuántas células deben producirse en el lugar apropiado. Cuando se les pregunta cómo las proteínas del ADN pueden realizar todo esto y de un modo tan rápido, los genetistas se limitan a encogerse de hombros.

Cada célula para poder encajar en el funcionamiento general necesita información de sus células vecinas. Esto requiere de un sistema de comunicación entre las células en el estadio primario de desarrollo embrionario, comunicación que debe continuar en cada momento de la vida de los seres vivos. Una de las cosas que la biología oficial no tiene en cuenta es que, en una célula media, cada proteína está rodeada por unas diez mil moléculas de agua. De forma que el agua que hay dentro y fuera de cada célula, es el medio en el que se producen las reacciones biológicas.

3. El papel de la luz en los procesos corporales

La luz es la fuente de energía usada por las plantas en la fotosíntesis. Hasta las bacterias absorben fotones del medio en el que se encuentran. El científico alemán Fritz-Albert Popp descubrió mediante experimentación que todas las cosas vivas, desde las plantas y animales más simples hasta la complejidad de los seres humanos, emiten una corriente permanente de fotones de baja intensidad. Observó que cuanto más complejo era el organismo menos fotones emitía. Esas «emisiones de biofotones», como las llamó Popp, seguían unos determinados ritmos biológicos o patrones donde las emisiones eran idénticas. Popp y otros científicos de distintos lugares del mundo, empezaron a investigar cómo las emisiones de fotones activan y organizan los procesos corporales. Las moléculas de las células respondían a ciertas frecuencias y por resonancia, un rango de vibraciones de los fotones producían una variedad de frecuencias en otras moléculas.

Popp también observó que la emisión de luz de las personas sanas y enfermas era distinta. El cuerpo más sano era el que tenía la luz más baja. Lo mismo ocurría con los alimentos más sanos: su luz era más baja y coherente. Cualquier alteración del sistema aumenta la producción de fotones. La salud es un estado de comunicación subatómica perfecta, que se rompe en la enfermedad. Estas señales electromagnéticas moleculares, también permiten explicar la acupuntura y el sistema de meridianos de la medicina tradicional china por los que fluye la energía. La enfermedad se produce cuando existe un bloqueo de energía en cualquier punto del recorrido. Al publicar sus descubrimientos, Popp se granjeó la enemistad de la comunidad científica convencional y la universidad de Marburg donde trabajaba le volvió la espalda. Pero otros científicos del mundo empezaron a considerar que el sistema de comunicación corporal podría estar basado en una red de frecuencias y resonancias. Al final, Popp y quince grupos de científicos crearon el Instituto Internacional de Biofísica cerca de Düsseldorf.

4. ¿Puede el agua registrar información y luego transmitirla?

Mientras Popp evaluaba la importancia de las implicaciones de la emisión de biofotones en los procesos corporales, otro científico estaba descubriendo la forma en que esa emisión operaba. Las investigaciones del médico francés Jacques Benveniste (1946-2005) demostraron la capacidad del agua de registrar y almacenar información. Al diluir las soluciones de sustancias activas hasta que no quedó ninguna de las moléculas originales, solamente agua, se comprobó que el principio activo seguía estando ahí. De modo que el agua había registrado y almacenado la información. Los estudios se replicaron en cinco laboratorios diferentes de varios países con los mismos resultados. Los medios de masas difundieron la investigación diciendo que Benveniste había descubierto «la memoria del agua» y que su estudio validaba la homeopatía.

Tras la publicación del estudio en la prestigiosa y conservadora revista Nature, como los resultados cuestionaban o mejor, demolían la teoría científica vigente, los mandarines de la ciencia no tardaron en desacreditar a Benveniste. Su descubrimiento perjudicaba el negocio de la industria farmacéutica, basado en patentes de moléculas químicas y cuya influencia en las revistas científicas es notoria. Pero, a pesar de la burla del estamento oficial, muchos otros científicos replicaron después los experimentos de alta dilución de Benveniste y confirmaron sus resultados, pero no fueron publicados por la revista Nature para evitar que fuesen conocidos.

La memoria del agua llevó a Benveniste a examinar cómo se comunican las moléculas en una célula viva. Si cada molécula posee una frecuencia característica, su vibración es reforzada por otra molécula cercana que vibra a la misma frecuencia. Estas dos moléculas empezaran a resonar en la misma longitud de onda con las siguientes moléculas de la reacción química, creando una «cascada» de impulsos electromagnéticos. Esto explica cómo empieza una reacción biológica en cadena de forma casi instantánea.

Asimismo, demuestra que las células no dependen de las colisiones casuales de las moléculas, como afirma la teoría oficial, sino de las señales creadas por ondas electromagnéticas de baja frecuencia de átomos y moléculas. En 1991 Benveniste fue capaz de registrar y reproducir dichas señales usando un ordenador. Mostró que la señal podía ser transmitida por correo electrónico (a sus colegas de la Northwestern University of Chicago que la recibieron) o enviada en un disco informático por correo regular al laboratorio DigiBio en Clamart.

Al reproducir la señal para un sistema biológico, en todos los experimentos el resultado fue que el sistema biológico creyó que estaba interactuando con la sustancia misma y se inició la reacción biológica en cadena, al igual que habría ocurrido con la molécula original. Otros experimentos en colaboración con el Centro Nacional de Investigación Científica de Medudon, en Francia, mostraron que el equipo de Benveniste podía borrar esas señales y detener la actividad celular mediante un campo magnético alternante.

La conclusión es que las moléculas se hablan unas a otras mediante frecuencias oscilantes, como Fritz-Albert Popp planteó.

5. Cristales de agua

En su libro Los Mensajes ocultos del agua, el japonés Masaru Emoto explica que su análisis de miles de fotografías de cristalización de muestras de agua por resonancia magnética, evidencia la capacidad del agua para almacenar información. Toda la información que alberga la estructura del agua se hace visible cuando se fotografía una gota de agua en estado de congelación. Según muestran sus imágenes realizadas en el microscopio, cualquier tipo de vibración afecta al agua y a los cristales que se forman al congelarla a 25 grados bajo cero. Cuando el agua se hiela las moléculas se agrupan automáticamente para formar núcleos de cristal de forma hexagonal. No obstante, las formas de los cristales varían y muestran formas completamente distintas si el agua es de manantial, de ríos, embalses o agua del grifo. Estas diferencias se aprecian con claridad en los cristales de las fotos del libro, sacadas con muestras de agua de distintos lugares del mundo.

Para Masaru Emoto, la información que contiene y puede transmitir el agua se encuentra en los adornos que se ven sobre los vértices hexagonales. La belleza, armonía y perfección de los cristales que se obtienen de las aguas que están en buenas condiciones, contrasta con el aspecto deforme y desestructurado de los cristales de las aguas contaminadas. La peor imagen fue la del agua potable clorada del grifo. El agua reacciona al tratamiento que recibe y almacena esa información. Esto es importante para nuestra salud, ya que cada agua es portadora de informaciones que podemos absorber cuando la bebemos o nos duchamos y pasan a formar parte de nuestro cuerpo.

cristales de agua congelada

5.1 ¿Es posible que el agua sea capaz de escuchar música y de leer?

Según las microfotografías de Emoto el agua también es capaz de reaccionar ante la música y registra información. Hemos explicado en este artículo que el sonido es vibración. También que el agua es capaz de reaccionar ante las vibraciones y por resonancia almacenarlas a su manera. Las imágenes de su libro Los Mensajes ocultos del agua, muestran microfotografías de diferentes cristales de agua en una botella de cristal situada ante los altavoces y expuesta a distintos fragmentos de música clásica (de Bach, Beethoven, Mozart, Vivaldi, Tchaikovsky, Chopin, etc.) o música popular en un sentido amplio, desde el canto gregoriano o la recitación de sutras budistas, al jazz, pop, rock, etc.

En unos tipos de música las fotografías muestran preciosos cristales hexagonales con detalles muy precisos, que varían según los instrumentos utilizados. En otros casos, como en el de heavy metal, el agua no forma cristales y la imagen de la fotografía es distorsionada, deforme y borrosa.

En Japón se piensa que cada palabra posee un alma o espíritu. Al decir “gracias” entramos en resonancia con el alma de la palabra y vibramos al unísono. Según Emoto, el alma de la palabra o información vibratoria es lo que “lee” el agua y a lo que reacciona, armonizándose con la vibración. El agua no sólo almacena información sino también sentimientos y conciencia, reaccionando a cualquier mensaje. Toda la información que alberga la estructura se hace visible cuando se fotografía una gota de agua en estado de congelación. 

Otro de los experimentos fue presentar al agua diferentes palabras escritas y adheridas a una botella con agua. Masaru Emoto y su equipo comprobaron que formaban cristales totalmente distintos. Ante palabras como “Gracias”, “Amor”, Paz”, “Sabiduría”, “Alma”,…, el agua forma bellos cristales hexagonales, similares a los que se formaron en determinadas composiciones de música clásica. Sin embargo, al utilizar las mismas palabras en otros idiomas (como, por ejemplo, Arigato en japonés y Thank you en inglés), a pesar de que su significado es el mismo, al exponerlas al agua se obtuvieron cristales diferentes. La razón es que cada palabra es única en su lengua y posee una información vibratoria diferente.

También comprobaron que con palabras hirientes o denigrantes (“tonto”, “imbécil”, “te mataré”, etc.), el agua no puede formar cristales y en su lugar se crean estructuras caóticas y fragmentadas. Todo esto también nos indica que nuestras palabras, emociones y pensamientos (positivos o negativos) influyen en nosotros y en los demás, ya que el cuerpo de un ser humano está formado en su mayor parte por agua.

palabras y cristales de agua

Las miles de microfotografías tomadas por Emoto durante años pueden considerarse, además, un testimonio visualmente apreciable de las diferencias existentes entre «agua viva» y «agua muerta» o desestructurada. En la tercera parte de este artículo, entre otras cosas, abordaremos esta diferencia entre agua viva y agua muerta, y los esfuerzos de distintos investigadores, que han dedicado sus esfuerzos a idear mecanismos que permitan revitalizar el agua para que humanos, animales y plantas podamos beneficiarnos. 

Vídeo: El secreto del agua

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Puede ampliar la información sobre el agua aquí y en el Centro de Recursos

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Jesús Agustín

Es miembro de Vídeos Educa, donde comparte información y experiencias con todas aquellas personas que entienden la educación como una contribución al desarrollo de seres humanos libres. Trata de ayudar a desarrollar la habilidad y creatividad humanas, a conectar con nuestros talentos, aptitudes naturales e inclinaciones personales. Trata de ti (madre y padre, alumno y docente) y de temas que son importantes en nuestra vida, en la de nuestros hijos, amigos y vecinos, compañeros de trabajo y el planeta en el que vivimos.

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