En piragua y canoa por el río Blanco

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De la cortina vegetal del bosque de ribera a las paredes de más de 100 metros del Cañón de Almadenes

Duración: 8’ 26”  ALQUILERDispone de 72 horas para ver el vídeo las veces que quiera

Descripción

Una simple piragua nos permite iniciar la aventura por el bosque de ribera y contemplarlo desde otra perspectiva. En los parajes de Cañaverosa el río Segura nos devuelve la imagen de exuberancia y vida palpitante que un día –ya lejano– dio escolta al cauce del río a través de casi toda la región.

Acostumbrados a las márgenes de hormigón o a las orillas ganadas para el cultivo, algo nos hace dudar de toda esta abundancia de manifestaciones vitales. De este milagro que diluye las márgenes del río en un mundo vegetal. Un mundo que se aferra al barro de la orilla formando a la vez cortina y dique, ambos impenetrables y fuertes tras su aparente fragilidad.

Esta cortina vegetal se alza como un clamor de vida ondulante de la que sólo nos llega el canto precioso de la oropéndola o el ruiseñorEn la que sólo adivinamos el chapoteo laborioso de la nutria o el trajín de los roedores.

La presa

La ensoñación que nos ha conducido a lo largo del bosque de ribera, sufre un brusco despertar cuando en el cauce del río se cruza la irremediable presa de hormigón. Hasta sus muros llegan los barbos, huyendo de las zonas bajas, más contaminadas. Van en busca de los tramos limpios y pedregosos del río para hacer la puesta de los huevos. Aquí finaliza su viaje, estrellando contra la altura del dique la ansiedad de sus saltos.

La piragua con ayuda de la corriente y buenas dosis de valor y habilidad por parte del piragüista, logra salvar el obstáculo contra el que se estrellaban los barbos.

Cañón de Almadenes

Tras abandonar los dominios del bosque de ribera, salvando nuevos obstáculos, continuamos nuestra aventura por otro  ámbito del río. La vegetación trepa sobre las rocas y en algunos lugares quedan restos del viejo bosque. Aquí las márgenes del río han sustituido la solidez de los troncos por paredes de piedra. Paredes en las que el agua marca con diferentes colores el testimonio de sus niveles. 

En esta zona el piragüista continúa la exploración con los ocupantes de la canoa, otro medio silencioso y no contaminante para navegar por el río. Las orillas se nos muestran ahora en toda su desnudez, imponente y amenazadora. Son el preludio de las empinadas paredes del Cañón de Almadenes que en algunos tramos llegan a superar los 100 metros de altura.

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