Verano

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Tú lector, palpitas de vida y de orgullo y de amor como yo, para ti, pues, estos cantos. WALT WHITMAN

la música de un piano

como escarcha caía

en armónicas lágrimas sin peso

en sonoros cristales resbalaba

sobre el recogimiento autista de los patios

las criptas de abandono que elevaba el estío

sobre las calles blancas

era julio

comíamos

las flores diminutas del olivo

la piel amarillenta de almendras inmaduras

el canto más extenso que el paisaje de cigarras

el olor de albaricoques a punto de pudrirse

el néctar de los frutos que libaban

gratis nuestros labios

iguales a las bocas de los dioses

los picos de las aves

el granizo o el viento

solo para nosotros

germinaba la tierra su abundancia

remansaba sus aguas perfumadas

un torrente escondido

de espliego y de resina

mientras apedreábamos

gorriones con las gomas de una bicicleta

y cantaba en las niñas la incipiente

pujanza de los senos

los muslos generosos

crecidos más deprisa que el pudor o el vestido

 

entraba en la impensable frescura de la alcoba

era siesta

verano

nos guardaba

un palio retorcido de higueras que acogía

un zumbido de insectos

el rumor de la acequia

la vida silenciosa

de ficus aspidistras y geranios

extendías tu cuerpo

como la soledad estira al infinito

la magnitud del día

alargada la mano

armada y vulnerable

hasta rozar las olas

mojarla en las mareas

y traerte los labios del mar hasta la boca

empapar del sabor de la sal las palabras

aquellas que gemían lázaro

suplicantes

inclínate

y ama

(Del libro Sobre mi, culpable)

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