Tú lector, palpitas de vida y de orgullo y de amor como yo, para ti, pues, estos cantos. WALT WHITMAN
yo vengo de una tierra hermosa y dolorida
una tierra de aljibes de pozos y de balsas
donde el viajero puede sumergir la mirada
sedienta en la frescura de un azud entre cañas
descubrir la sorpresa del día que amanece
sobre la superficie de bancales de arroz
encontrarse la luna bailando en un azarbe
de origen sarraceno
yo vengo de una tierra dolorida y hermosa
donde la vida es agua donde el agua es la vida
donde nada se mueve si no es buscando el curso
de un manantial que brota entre piedras calizas
y extiende su humedad como un puñal de verde
sobre el pardo color de los desiertos alzan
su plegaria a las nubes los chopos y los álamos
paleras y alzabaras suplicando que el agua
empape sus raíces
yo vengo de una tierra hermosa y dolorida
de pinares y espliego puntales orgullosos
que recogen la nieve para dar su tributo
de aguas artesianas a cañadas y vegas
allí donde una acequia derrama su caudal
florecen los frutales las huertas generosas
a muy poca distancia de las cárcavas secas
de los barrancos muertos donde una alberca duerme
sobre lecho de juncos debajo de una higuera
se refugian reptiles batracios que iluminan
con su canto la noche caminantes que alivian
la sed mientras refrescan los pies entre las ovas
yo vengo de una tierra dolorida y hermosa
de hombres impasibles que suplantan la lluvia
con sudor y con llanto de mujeres de hierro
que recogen olivas con una mano mientras
con la otra sujetan un hijo contra el pecho
hombres como el esparto capaces de crecer
sin agua ni alimento y mujeres de luna
que duermen con un ojo vigilando la noche
yo vengo de una tierra hermosa y dolorida
donde apenas dos ríos ponen freno al desierto
donde solo sus cursos modestos apuntalan
con esfuerzo el paisaje donde una sola lágrima
puede hacer que germine una flor sobre el polvo
una tierra de hombres y mujeres de acero
forjados como espadas que no podrán quebrar
una tierra que abre los surcos como labios
recita una oración que las sabinas mágicas
los olivos sagrados los solemnes cipreses
dictan a las campanas escriben en la sombra
que anuncia la tormenta declaman con su voz
retumbante las cuevas se esparce con las hojas
que dispersa el otoño
no quiero ser desierto que no me la arrebaten
el agua que es la vida el pulso en las arterias
yo vengo de una tierra hermosa y dolorida
dolorida y hermosa
(Del libro Versos sin culpa)
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