Tú lector, palpitas de vida y de orgullo y de amor como yo, para ti, pues, estos cantos. WALT WHITMAN
escapar de esta casa
quizás hacia un paisaje
que ya no existe lo secuestró el tiempo
arriba los pinares las sabinas el espliego
y abajo un río niño que acurrucan las hojas de los chopos
siglos atrás
el aire transparente el agua limpia
la cristalina entrada de las almas debutantes
a la vida al amor a la pereza
de unos cuerpos felinos amando junto al fuego
antes del cloro el sida y los condones
no importa el sitio en realidad si tienes
una ventana abierta a los tejados las copas de los árboles
moradas vecinas donde orea el sol los vahos de la noche
una atalaya para mirar el mundo desde arriba
tu ciudad
como torre de vigía
la colada tendida las antenas la ruina que amenaza la belleza
los hastiales bastidos de palomas
sus mentidas virtudes recortadas en alas de colores contra el cielo
sucumbir al estímulo emularlas
vestirse su plumaje alzar el vuelo
entregar al vacío un cuerpo grávido
dejarse despeñar por el abismo
el tiempo ya no pasa
los recuerdos mueren arriba
en la alcoba abierta que no visita nadie
no conocen su nombre las sirenas
sus afanes
el color de su pelo
tan oscura es la noche
las tardes embriagadas en tugurios
su apetecible cuerpo en una playa
otras presas quisieran devorarlo
gatos de callejón estatuas móviles
ojos de fósforo entre los escombros
sobresalto erizado a la captura
de la sangre caliente cuajando en las baldosas
mizos corriendo con las bocas llenas
espumadas de plumas
de malvada carne de inmolación de sacrificio
vestida por la muerte de inocencia
(Del libro Sobre mí, culpable)
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