Construir y mantener un cuerpo sano en un planeta saludable

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Lo que no se enseña en la escuela

Aprender sobre la relación que hay entre alimentación y salud es una buena decisión. Mantenerse sano es un sabio y prudente objetivo. Indica que decides asumir la responsabilidad sobre tu salud. Un paso acertado para mejorar tu calidad de vida.

Entre diez y veinte toneladas de alimentos pasan por la boca de cada persona durante toda su vida. Pero,… ¿sabemos cual es el valor nutritivo y la calidad de lo que ponemos en la mesa cuando nos sentamos a comer? Esta es una pregunta que poca gente se hace,  aunque resulta necesaria para construir un cuerpo sano en un planeta saludable. Porque alimentarse bien no consiste en ingerir cualquier producto “comestible”, sino que conlleva proporcionar a nuestro cuerpo l0s nutrientes que necesita para mantenerlo en buen estado de salud.

Esto conlleva conocer el origen de los alimentos y la forma en que se han elaborado. Porque la globalización, la agricultura industrial y los alimentos procesados de las grandes multinacionales, dañan nuestra salud y el medio ambiente. La consecuencia es que la obesidad y el sobrepeso son una epidemia, que trae consigo distintas enfermedades. 

¿Por qué es tan generalizada la falta de conocimientos y de interés por algo tan importante para nuestra salud, como es el valor nutricional y la calidad de los alimentos que comemos? Nos formamos para otras cosas, pero no lo hacemos para mejorar nuestra salud y la de nuestros hijos mediante la alimentación.

“Quien no conoce los alimentos, ¿cómo puede comprender las enfermedades de los hombres?” (Hipócrates)

Sin embargo, es algo que no debería seguir ignorándose, pues este conocimiento influye en la salud y en el mantenimiento de la vida de todas las personas. Las deficiencias en micro nutrientes (vitaminas y minerales) afectan a 3000 millones de personas en el mundo. Lo que impide el desarrollo de su potencial físico e intelectual a más de la tercera parte de de la población mundial. Así que empecemos por buscar y dejar que algo de ese conocimiento entre en nosotros. Nos ayudará a comprender el valor nutricional de los alimentos y la importancia que tienen para construir y mantener nuestro cuerpo sano.

Los alimentos pueden cambiar nuestras vidas

Para gozar de buena salud es imprescindible que nos demos cuenta de cómo le afecta a nuestro cuerpo todo lo que nos llevamos a la boca. Esto es algo que no hay que olvidar pues las consecuencias pueden ser dolorosas, como veremos en este artículo.    

Los alimentos ultraprocesados, las ustancias químicas tóxicas en los alimentos, la falta de nutrientes, no beber agua suficiente y de calidad, el consumo de sal refinada de mesa (cloruro sódico) en lugar de sal marina, un ambiente tóxico y un estilo de vida insano, nos enferma y nos mata lenta e implacablemente.

Es cierto que hay muchas personas que se dejan arrastrar por la enfermedad, están abatidas y confundidas, sin saber qué hacer para proteger su salud. Pero también esas personas, todas las personas podemos exigir que se cumpla el derecho a la alimentación y a la salud. Así, además de tomar alimentos sanos, seguros y sabrosos podremos asegurarnos una vida saludable para nosotros y para nuestros hijos.

Sin duda para el negocio de la agroindustria alimentaria esta es una propuesta letal, pero para las personas es una solución que puede salvarnos la vida o, cuando menos, mejora enormemente nuestra salud, calidad de vida y convivencia social.

☛ ¿Quién se esta beneficiando del deterioro de la salud de la población vendiendo con publicidad engañosa alimentos que estarán autorizados pero no son saludables?

Tiempo de lectura: 15 minutos

¿De dónde obtenemos los materiales necesarios para construir y reparar nuestro cuerpo? De los alimentos que comemos, del agua que bebemos y del oxígeno del aire que respiramos 

Cuando nos sentamos a la mesa, la función de los nutrientes que tienen los alimentos que comemos es construir un cuerpo sano. Cada segundo se forman en nuestro cuerpo unas doscientas cincuenta mil células. Diariamente unos veintidós mil millones de células  se renuevan en nuestro cuerpo. Cada año más del 90 % de nuestro cuerpo se renueva y reconstruye, incluso la estructura del ADN 

Esta renovación se realiza gracias a los nutrientes que tomamos. La calidad de nuestra renovación celular, el funcionamiento y la resistencia de nuestro cuerpo a la enfermedad, depende en gran parte de la calidad que tengan los alimentos que tomamos.

Nuestro cuerpo está diseñado para convertir los nutrientes que nos proporcionan los alimentos en músculos, huesos, glándulas y cerebro. Y como podremos ver, nuestro cuerpo lo hace con una gran precisión.

Para que nuestro cuerpo funcione bien es necesaria la cantidad correcta y una combinación precisa de un número determinado de aminoácidos, vitaminas, minerales, ácidos grasos esenciales, cofactores y enzimas. Pero, tranquilízate, no es necesario que todo esto nos lo aprendamos de memoria.

☛ La calidad de nuestra renovación celular depende en gran parte de la calidad que tengan los alimentos que tomamos 

    1.1 Vitaminas 

Para poder mantener y renovar nuestro cuerpo todos estos nutrientes interactúan unos con otros y lo hacen con gran precisión. Pero si falta uno solo de estos nutrientes la función de los restantes se verá gravemente afectada. Veamos un ejemplo.

Cada día necesitamos unos pocos microgramos de vitamina B12. Un microgramo es la millonésima parte de un gramo. Divide una almendra pelada que pesa un gramo en un millón de trozos y cada uno de esos minúsculos trozos pesará un microgramo.

Nuestra sangre contiene unos 5 nanogramos por litro de vitamina B12. El nanogramo es mil veces más pequeño que el microgramo. Es algo mucho más pequeño que una minúscula motita de polvo. Pero si esta pequeñísima motita, esta minúscula cantidad de vitamina B12 falta, nuestro cuerpo se debilitará, acabará enfermando y puede llegar a contraer enfermedades graves.

       Esenciales para la salud y la vida

Cantidades tan sumamente pequeñas son claves para la salud, para la cordura y la vida. Pero si nuestra comida es deficitaria o carece de la cantidad suficiente de estos nutrientes esenciales, estaremos llamando a gritos a la enfermedad. La carencia de vitamina A afecta al sistema inmunológico de aproximadamente el 40% de los niños menores de cinco años. Supone la muerte de 1 millón de niños y niñas cada año.

A las vitaminas se las considera micronutrientes porque son necesarias en dosis muy pequeñas. Sobre todo si las comparamos con las cantidades que nuestro organismo necesita de proteínas, hidratos de carbono y grasas.

Las vitaminas son tan esenciales para la salud que nuestro cuerpo no funciona correctamente sin ellas.  Son las que permiten que las proteínas, los hidratos de carbono y las grasas funcionen como un todo bien coordinado.

 Las vitaminas se dividen en dos grupos:

  • Liposolubles: Las vitaminas A, D, E y K son solubles en grasa y, por tanto, podemos almacenarlas durante algún tiempo en los tejidos grasos de nuestro cuerpo.
  • Hidrosolubles: Las vitaminas del grupo B y la vitamina C que son solubles en agua. Es decir, que son transportadas por el agua de nuestro cuerpo. Se eliminan diariamente, lo que significa que debemos reponerlas cada día.

En la sección de alimentación de Vídeos Educa existen  artículos específicos sobre las vitaminas. Periódicamente se publican otros nuevos sobre las funciones que cumplen y los alimentos con mayor contenido en cada vitamina. Sobre cual es la mejor forma de tomarlas, sobre nutrientes sinérgicos, etc.

    1.2 Macroelementos 

El 96 % de nuestro cuerpo está formado por cinco macroelementos: Oxigeno, Hidrógeno, Carbono, Nitrógeno y Azufre. Todos ellos son muy abundantes, están en el aire que respiramos y en los alimentos que comemos.

    1.3 Macrominerales

El 4% restante de nuestro cuerpo está formado por los llamados minerales esenciales. La mayor parte de esa pequeña fracción de nuestro cuerpo la ocupan seis macrominerales: Calcio, Magnesio, Fósforo, Potasio, Sodio y Cloro. Como estos no son tan abundantes como los macroelementos, es esencial que tomemos una cantidad suficiente para una correcta nutrición.

    1.4 Oligoelementos

En una cantidad mucho más pequeña, nuestro cuerpo necesita otros 16 minerales. Son tan importantes como los macrominerales y también esenciales para lograr una buena salud y se les llama oligoelementos. Como, por ejemplo, el Hierro, Zinc, Cobre, Manganeso, Cromo, Selenio, Yodo, Silicio o el Molibdeno. La deficiencia de hierro compromete el desarrollo intelectual en los niños; y la deficiencia de yodo durante el embarazo provoca que cada año hasta 20 millones de bebés nazcan con alguna forma de discapacidad mental (Unicef).

Estos oligoelementos se encuentran en los alimentos en cantidades muy pequeñas. Así que para evitar su deficiencia es muy importante seguir una correcta alimentación. 

Si falta o hay deficiencia en uno sólo de estos oligoelementos, se verá afectado el funcionamiento de los demás y también el resto de los macrominerales y de los macronutrientes.

En diversos artículos de la sección sobre alimentación de esta web –y en otros nuevos que se publican periódicamente– se habla de la importancia de cada uno de estos minerales. De las funciones que cumplen, las mejores fuentes de alimentos con mayor contenido en cada uno de los minerales, la mejor forma de tomarlos, perjuicios que ocasiona su deficiencia, etc.

    1.5 Enzimas

☛ Las enzimas, una especie de trabajadores vivos que hay en los alimentos frescos, son esenciales para mejorar nuestra salud y alargar nuestra vida.

Las enzimas son biocatalizadores, unas sustancias que inducen y aceleran cualquier proceso bioquímico que ocurre en nuestro cuerpo. Es poco lo que sabemos sobre las enzimas. Algunos investigadores dicen que la historia de la vida sobre el planeta no podría entenderse sin las enzimas, unas sustancias fascinantes y versátiles, como vamos a ver.

Durante cada segundo de nuestra existencia más de 5.000 enzimas conocidas participan en el proceso de renovar nuestro cuerpo. Y así nos mantenemos vivos. Las enzimas son esenciales para mejorar nuestra salud y alargar nuestra vida.

Durante los últimos segundos que han transcurrido mientras lees este artículo millones de células de tu cuerpo han muerto. Otras se han descompuesto y han sido sustituidas por millones de células nuevas. Tus enzimas actúan en una red entrelazada que ningún ordenador podría siquiera iniciar. Y participan en los procesos de descomposición y renovación celular.

Las enzimas son una especie de trabajadores vivos que están dentro de los alimentos. Cuando ingerimos los alimentos frescos, sin procesar, las enzimas nos ayudan a digerirlos. Y, a su vez, nos permiten aprovechar los nutrientes que contienen los alimentos.

Se calcula que en el ser humano existen unos 50.000 sistemas enzimáticos diferentes. Pero aún sigue siendo un misterio cómo las enzimas son capaces de comunicarse entre sí.

    Enzimas y el equilibrio de nuestro cuerpo

En su libro La enzima prodigiosa, el médico Hiromi Shinya afirma que todas las enzimas se crean a partir de una enzima madre o basal. ¿Qué ocurre si agotamos estas enzimas madre debido a la mala comida, la acumulación de toxinas, el alcohol, el tabaco y el estrés? Con el tiempo no se podrán reparar las células y se desarrollarán enfermedades degenerativas como el cáncer.

El ser humano dispone del sistema inmunológico más complejo y desarrollado que se conoce. Entre el 15 y el 20% de las células de nuestro cuerpo forman parte del sistema inmunológico. El equilibrio con el conjunto de sistemas es esencial para que funcione.

Una enfermedad constituye una pérdida del equilibrio entre los distintos sistemas de nuestro cuerpo. En la recuperación de ese equilibrio intervienen las enzimas.

Ese equilibrio puede alterarse por comer alimentos insanos, por una dieta desequilibrada o deficitaria en determinados nutrientes. Pero también por consumo de alcohol y tabaco, por la contaminación química ambiental o por una vida estresada. Y estas no son las únicas causas. 

2. Los alimentos degradados nos degradan

☛ Durante muchos siglos los agricultores han fertilizado la tierra con el estiércol, han practicado la rotación de los cultivos, han cubierto la tierra y le han aportado los nutrientes esenciales que la enorme diversidad de vida que hay en el suelo necesita.

Cuando una planta crece en un suelo saludable, absorbe los minerales metálicos inorgánicos que se encuentran en estado sólido (coloidal) y les da una forma iónica hidrosoluble. Estos minerales en estado iónico tienen un tamaño minúsculo que se mide en ángstrom (divide un centímetro en 100 millones de trozos y obtendrás 1 angstrom) y son diez mil veces más pequeños que los minerales metálicos inorgánicos, cuyo tamaño se mide en micras (milésima parte de un milímetro).

Las células de nuestro cuerpo absorben rápidamente los minerales iónicos hidrosolubles de las plantas. Sin embargo, el grado de absorción de los minerales inorgánicos (como los que se añaden en los compuestos preparados de los alimentos procesados) es inferior al uno por ciento.

Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial las empresas que producían nitratos y fosfatos para explosivos, al quedarse sin clientes, buscaron nuevos mercados para sus productos. Entonces comenzaron a vender a los agricultores a un precio barato fertilizantes químicos de síntesis hechos a base de nitrógeno, fósforo y potasio.

☛ La avaricia de la agricultura industrializada ignora que los alimentos surgen del suelo y le ha ido quitando su materia orgánica y su vitalidad sin preocuparse por devolvérsela.

    Industrialización de la agricultura y empobrecimiento del suelo

La llamada de forma engañosa Revolución Verde, iniciada a mitad del siglo XX, provocó la industrialización de la agricultura. La energía fue suministrada por combustibles fósiles: gas natural (fertilizantes), petróleo (pesticidas) y distintos hidrocarburos para el riego de los cultivos. Desde entonces estamos literalmente comiéndonos los combustibles fósiles. De este modo el actual sistema urbano-agrario-industrial ha utilizado más energía en el siglo XX que en toda la historia anterior de la humanidad. Además, se ha hecho creando graves problemas sociales y ambientales.

Las plantas que se crían en un suelo abonado con combinaciones de sustancias químicas de síntesis como el nitrógeno, el fósforo y el potasio, pueden crecer con buen aspecto. Pero cada cosecha abonada con estos fertilizantes químicos de síntesis ha ido empobreciendo el suelo al destruir la materia orgánica

Los nutrientes solubles de los fertilizantes químicos aceleran la descomposición de la materia orgánica al provocar un aumento de la actividad y multiplicación microbiana en el suelo. Además, liberan  CO2 a la atmósfera. Luego, cuando los nutrientes de los fertilizantes escasean, gran parte de los microorganismos muere y se reduce la materia orgánica del suelo.

Cuando este proceso, acelerado por la labranza, se repite año tras año acaba agotando la materia orgánica. Su pérdida provoca la compactación de los suelos que absorben menos agua y retienen menos nutrientes. Las raíces crecen menos y las plantas reciben menos agua. Los fertilizantes químicos son cada vez más ineficaces y aumentar su dosis solo acelera la destrucción de los suelos.

La industrialización de la agricultura, con su avaricia para obtener beneficios, no le ha prestado atención a la importancia de la materia orgánica del suelo. Ha ignorado que los alimentos surgen del suelo y le ha ido quitando su vitalidad sin preocuparse por devolvérsela. Como consecuencia, durante el pasado siglo XX los suelos cultivados han perdido entre un 30 y un 75% de su materia orgánica.

☛ Cada año se emplean en el planeta 2,3 millones de toneladas de pesticidas que degradan y contaminan la tierra, el agua y los alimentos ¿Quién se está beneficiando?

    Contaminación del suelo, el agua y el aire

El consumo mundial de nitrógeno por hectárea se ha multiplicado por siete desde 1960. Pero gran parte de ese nitrógeno no es utilizado por las plantas y termina contaminando las aguas o el aire.

Estos fertilizantes no contienen los minerales esenciales para la salud humana ya que no fueron diseñados para la nutrición de las personas.

Como hemos visto, el ser humano necesita otros muchos minerales, además del nitrógeno, el fósforo y el potasio. Pero si no están en el suelo no pueden ser absorbidos por las plantas.

Los fertilizantes y plaguicidas químicos de síntesis degradan, empobrecen y contaminan la tierra, pero también degradan los alimentos que las plantas producen. Si tomamos alimentos degradados, es muy probable que carezcan de los nutrientes necesarios. Y esos alimentos degradados nos degradan y merman nuestra salud. 

Según la OMS cada año más de 20 millones de personas son envenenadas por pesticidas y más de 200.000 mueren. Las cifras sin reportar son aún mayores.

Los niños son los más vulnerables a la contaminación de los alimentos con sustancias químicas de síntesis, como los pesticidas.

☛ Cada año más de 20 millones de personas son envenenadas por pesticidas y más de 200.000 mueren. Las cifras sin reportar son aún mayores ¿Quién se está beneficiando?

3. Educar para la salud

Como contribuyentes que financiamos las políticas de sanidad, ¿acaso no merecemos tener una información veraz y saber cual es la relación que hay entre los alimentos, la salud y la enfermedad?

Si tan importante es la alimentación para gozar de buena salud, ¿por qué en el sistema educativo no se enseña cuales son las necesidades de nutrición del cuerpo y una dieta equilibrada?

Durante años nos han dicho que la proteína animal (de la carne, la leche y los huevos) es lo esencial de una “buena nutrición”. Y nosotros nos hemos limitado a comer lo que nos han dicho que es bueno, sin preocuparnos por saber qué alimentos son los más adecuados.

Comemos lo que nos parece más sabroso o más práctico, convencidos de que ingerimos los alimentos adecuados. Sin embargo, las implicaciones para la salud son muy diferentes según se consuman alimentos de origen animal o vegetal, o si los alimentos son convencionales o biológicos.

     La salud se deteriora en el llamado mundo desarrollado

Según datos de la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer,… se han convertido en una epidemia. Los últimos datos (2016) dicen que:

En el mundo más de 650 millones de personas con 18 o más años son obesas y 1.900 millones tienen sobrepeso. Solo en la Unión Europea hay 200 millones de personas que sufren obesidad o sobrepeso.

Más de 340 millones de niños y adolescentes de 5 a 19 años y 41 millones menores de 5 años sufren obesidad o sobrepeso en el mundo. Esta enfermedad tiene consecuencias físicas y psicológicas para la salud durante la infancia, la adolescencia y la edad adulta.

Desde 1975 la obesidad se ha triplicado en el mundo. Cada año unos 3,4 millones de personas obesas o con sobrepeso mueren en el mundo, y su coste anual supera los 3 BILLONES de euros. ¿Quién se esta beneficiando? 

Son algunos ejemplos de cómo la salud se está deteriorando en el llamado mundo desarrollado. Un mundo donde la juventud enferma a edades cada vez más tempranas y toma más fármacos que nunca. 

4. ¿Quién se está beneficiando del deterioro de la salud?

☛ ¿Quién se esta beneficiando del deterioro de la salud de la población vendiendo con publicidad engañosa alimentos que estarán autorizados pero no son saludables?

En la producción de alimentos hay personas que están ganando auténticas fortunas produciendo y vendiendo alimentos que pueden estar autorizados, pero no son saludables. Para conseguir su objetivo invierten miles de millones de euros cada año en publicidad y en presionar a los gobiernos.

Ante los engaños de la publicidad que realiza la industria agroquímica y alimentaria, no es extraño que no tengamos ni idea de lo que en realidad estamos comiendo. Con su propaganda nos mantiene desinformados y confusos para que consumamos dócilmente los alimentos degradados que nos venden. Poco importa que al comerlos engordemos hasta tener sobrepeso, obesidad, contraer diabetes, cáncer o alguna otra enfermedad.

Al comer los alimentos degradados agotamos nuestra energía, nuestra vitalidad y a la vez que nos debilitamos, acortamos y degradamos nuestra vida hasta caer enfermos.

¿Cómo se genera la información sobre la salud, cómo se comunica y quién la controla? ¿Están claras las diferencias entre los gobiernos, las industrias, la ciencia y la medicina? ¿Está clara la diferencia entre obtener beneficios y promover la salud?

    Un ejemplo de hipocresía política alimentaria

El Parlamento del Reino Unido ha aprobado normativa favorable a los alimentos transgénicos. Sin embargo, desde el año 1998 los transgénicos están prohibidos en el menú de los restaurantes donde comen los miembros del parlamento británico. Como parte del proceso de licitación, el servicio de catering de la Cámara de los Comunes evita comprar alimentos con organismos modificados genéticamente.

La mayoría de nosotros vivimos en un entorno alimenticio tóxico, mientras que una serie de empresas y sus accionistas aumentan su riqueza vendiendo alimentos que no son saludables. Con la publicidad nos mantienen desinformados y nos incitan a que sigamos consumiendo los alimentos que venden. A pesar de que esos mal llamados “alimentos” nos engordan, nos degradan el cuerpo y acortan nuestra vida.

La elección es nuestra. Podemos sucumbir a su presión publicitaria y consumir los alimentos degradados que nos venden. Pero también podemos tomar las riendas de nuestra salud, informarnos sobre nutrición y consumir alimentos saludables, sin sustancias tóxicas, para poder gozar de buena salud.

Esta es una de las diferencias entre una sociedad sana y una sociedad enferma. El conocimiento sobre una adecuada nutrición contribuye a la prevención de la enfermedad.

☛ Asistimos a la indecencia de un sistema social que ha hecho del hambre y de la enfermedad un negocio. La avaricia por obtener beneficios se ha impuesto sobre el derecho a alimentarse y el derecho a la salud 

    Gente sana: Un mal negocio para la industria agroalimentaria y la farmacéutica

Pero una población sana es un mal negocio para la industria agroquímica, la alimentaria y la farmacéutica que obtienen sus ganancias, sobre todo, de la población enferma (física y mental). Una población sana no consumiría sus productos.

El problema es que frente al derecho a alimentarse y el derecho a la salud, lo que prima en esta sociedad es el derecho a hacer negocio a partir de los alimentos y de la enfermedad. Se ha cambiado el valor de los alimentos y de la salud por un valor especulativo para obtener beneficios.

Un negocio que consiste en crear o favorecer primero la enfermedad en las personas produciendo alimentos baratos de mala calidad y escasos nutrientes. Alimentos que, además, contienen sustancias químicas de síntesis (fertilizantes, pesticidas y aditivos).  Cuando las personas enferman (obesidad, diabetes, cáncer, etc.) el negocio continua vendiendo fármacos que son paliativos y no curan, para seguir produciendo más beneficios. El objetivo no es que la población esté sana, sino aumentar el número de enfermos crónicos que consuman fármacos el resto de su vida.

El mercantilismo de la alimentación y el rastro de enfermedad que deja a su paso, se entiende mejor cuando conocemos el enorme poder corporativo que hay detrás. El poder de la industria agroquímica, la alimentaria y la farmacéutica se encuentra concentrado en las mismas manos. Son unos pocos los que controlan la mayor parte del valor accionarial de las multinacionales de esos sectores. Este control no sólo no es una metáfora, sino que abarca a las multinacionales de otros sectores económicos, como se puede comprobar leyendo el estudio La Red de Control Corporativo Global.

5. Conclusión final

☛ El individualismo y la insana alimentación que preconiza la publicidad, busca forjar mentes uniformadas, egoístas y crédulas afectadas de cretinismo, de nula resistencia meníngea, que ya produce náusea por su escaso discurrir.

Cuando hace más de 2300 años Hipócrates decía: «Que tu alimento sea tu medicina, y tu medicina sea tu alimento», ya sabía algo que muchas personas hemos olvidado. Que ningún medicamento puede hacer tanto por nuestra salud y la de nuestra familia, como los alimentos saludables que tomemos cada día en una buena dieta.

También es esencial que bebamos diariamente la cantidad necesaria de agua de calidad que nuestro organismo necesita.

Tanto como el agua necesitamos tomar sal marina, que contiene los mismos minerales y oligoelementos que hay en nuestro cuerpo y en la proporción exacta que el cuerpo necesita. Debemos evitar la sal refinada de mesa que consume la mayoría de la gente y que se añade a miles de alimentos elaborados industrialmente. Esta sal es una sustancia tóxica que daña a nuestro organismo y sólo tiene dos minerales: el cloro y el sodio.

    Alimentos para la salud

Si lo que deseamos es tener una buena salud hoy mismo deberíamos empezar a comprar pan, cereales, legumbres, frutos secos, hortalizas, verduras y frutas, todos biológicos (orgánicos o ecológicos), además de beber agua suficiente y tomar sal marina.

De lo contrario corremos un grave riesgo de enfermar.

Emociones como la risa, la alegría, el amor, la solidaridad,… o vivir la vida con pasión, haciendo aquello que permite desarrollar nuestras habilidades naturales, son también una fuente de energía positiva. Se trata de dedicar una parte de nuestro tiempo a comprender mejor la salud, en lugar de a combatir la enfermedad.  

Porque, como dijo Francisco de Quevedo al final de su genial e hilarante libro, Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños, «nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar, y no de vida y costumbres».

Pero crear y mantener un cuerpo sano también depende de que vivamos en un planeta saludable. Y la Tierra cada día lo es menos. Parar la degradación ambiental y conseguir un entorno más saludable depende de nuestro esfuerzo comunitario. Vivir en la burbuja individualista que preconiza la publicidad de un modo permanente, sólo busca forjar legiones de mentes uniformadas de nula resistencia meníngea, que ya produce náusea por su insana alimentación y escaso discurrir. Si en tu lectura has llegado hasta el final de éste artículo, como persona sensible y de fina inteligencia, ya sabes que la falacia de la burbuja individualista sólo crea mentes egoístas y crédulas afectadas de cretinismo. Una epidemia ante la que conviene estar prevenidos para no perder la cordura. Esforcémonos por practicar un modo de vida, individual y colectivamente, que consiga mantener conjuntamente la salud del cuerpo y de la mente en un planeta saludable.  

¿Qué te ha parecido el artículo? Continuamos juntos en los comentarios

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Jesús Agustín
Jesús Agustín

Es miembro de Vídeos Educa donde comparte información y experiencias con todas aquellas personas que entienden la educación como una contribución al desarrollo de seres humanos libres. Trata de ayudar a desarrollar la habilidad y creatividad humanas, a conectar con nuestros talentos, aptitudes naturales e inclinaciones personales. Trata de ti (madre y padre, alumno y docente) y de temas que son importantes en nuestra vida, en la de nuestros hijos, amigos y vecinos, compañeros de trabajo y el planeta en el que vivimos.

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